Dr. Victor Oxley
La
cuestión ¿Qué fue primero, la gallina o el huevo? ha sido una de las más
debatidas en filosofía, biología y lógica. En ajedrez, esta misma pregunta
puede reformularse como ¿Qué fue o está primero, la estrategia o la táctica?
La
estrategia en ajedrez se refiere al plan a largo plazo que un jugador
sigue durante la partida. Implica decisiones sobre cómo estructurar las piezas
en el tablero, crear fortalezas, debilitar al oponente y, en última instancia,
establecer una situación en la que se pueda ganar. La estrategia involucra
planes globales como el control del centro, el desarrollo de piezas, la seguridad del rey
y la creación de un peón fuerte o una conexión de piezas.
La
táctica, por otro lado, se refiere a las jugadas concretas y a corto plazo que
tienen el objetivo de ganar material, crear amenazas inmediatas o incluso
lograr un jaque
mate. Las tácticas se basan en maniobras que se ejecutan en
momentos específicos, como un ataque doble, descubierto,
clavada
o jaque a la
descubierta.
Podemos
decir que el lenguaje especializado del ajedrez, incluida su notación, puede
interpretarse como un sistema conceptual que describe y opera en un campo
particular: el de las ideas estratégicas y tácticas propias del juego. Las
expresiones lingüísticas y simbólicas tienen un correlato en la realidad, ya
sea física, social o conceptual. En el caso del ajedrez, la realidad
representada no es física, sino una estructura conceptual consistente en
configuraciones, relaciones y dinámicas de las piezas sobre el tablero.
La notación ajedrecística (por ejemplo, e4, Nf6, etc.)
codifica de manera precisa las posiciones y movimientos en el tablero. Estas
representaciones tienen significado porque refieren a elementos concretos
dentro del sistema del ajedrez, como piezas, posiciones y acciones permitidas
por las reglas. Los conceptos de estrategia y táctica en ajedrez se fundamentan
en patrones, principios y planes que emergen de la interacción de las piezas.
Estos conceptos son eidéticos, en el sentido de que no existen físicamente,
pero son objetivamente válidos dentro del marco del juego. Por ejemplo,
términos como "sacrificio", "ataque doble" o
"estructura de peones" refieren a fenómenos específicos que se pueden
observar y analizar. Así tenemos que el lenguaje sirve para representar
sistemas reales o ideales, en el ajedrez, la notación y el lenguaje
especializado capturan no solo estados concretos (como una posición específica)
sino también relaciones abstractas, como el control de una casilla o la presión
sobre una pieza. Aunque el ajedrez es un sistema formal, su análisis
estratégico y táctico tiene una dimensión realista porque se apoya en
regularidades y patrones observables que tienen una existencia objetiva dentro
del mundo conceptual del ajedrez. El lenguaje
ajedrecístico no solo facilita la comunicación, sino que también estructura el
pensamiento y la comprensión del juego.
El sentido y
la referencia
del lenguaje del ajedrez se pueden analizar desde dos perspectivas
complementarias.
El
sentido
está relacionado con el significado de las expresiones lingüísticas o
simbólicas dentro del sistema del ajedrez. En este caso, el sentido se define
por las reglas, conceptos y principios que estructuran el juego. El sentido del
lenguaje del ajedrez depende de las reglas que rigen el juego. Por ejemplo, la
notación "e4" significa mover un peón desde la casilla "e2"
a la "e4". Este movimiento tiene sentido solo dentro del marco
normativo del ajedrez. Términos como "ataque", "defensa",
"control central" o "peón aislado" adquieren sentido a
través de su función y relevancia en las dinámicas del juego. Por ejemplo,
"sacrificio" no tiene un significado absoluto, sino que su sentido
depende del contexto en el que se realice y su propósito táctico o estratégico.
La notación ajedrecística es un lenguaje simbólico que proporciona un sentido
preciso y universal para describir movimientos y posiciones, eliminando
ambigüedades.
La
referencia
se relaciona con los objetos o entidades reales o conceptuales a los que aluden
las expresiones del lenguaje del ajedrez. Así, el lenguaje del ajedrez puede
referirse a entidades físicas como el tablero, las piezas, y su disposición en
un momento dado. Por ejemplo, "D5" refiere a una casilla específica
en el tablero. Más allá de lo físico, el lenguaje del ajedrez también refiere a
ideas abstractas como posiciones estratégicas, planes de juego, estructuras de
peones o configuraciones tácticas. Por ejemplo, "controlar el centro"
no se refiere a una acción física, sino a un objetivo estratégico definido
dentro del sistema conceptual del ajedrez. Muchas referencias en el lenguaje
del ajedrez aluden a patrones reconocibles, como "una horquilla" o
"un mate del pasillo". Estos patrones tienen una existencia objetiva
dentro del sistema conceptual del ajedrez.
En el lenguaje del ajedrez, el sentido organiza y da
significado a las expresiones dentro del sistema, mientras que la referencia
vincula estas expresiones con entidades (físicas o abstractas) que pueden ser
observadas, analizadas o manipuladas. La notación "e4" tiene sentido
porque describe un movimiento permitido según las reglas. Su referencia es la
acción concreta de mover un peón a la casilla e4 en el tablero. La expresión
"peón débil" tiene sentido dentro del contexto estratégico del
ajedrez y su referencia es un peón que cumple condiciones específicas (por
ejemplo, falta de apoyo de otros peones). Así, el sentido del lenguaje del ajedrez está enmarcado en las reglas y
conceptos del juego, mientras que su referencia
se orienta hacia los objetos y patrones (concretos o ideales) que estructuran
la realidad del ajedrez como sistema conceptual.
En términos lógicos y matemáticos, podemos seguir una
estructura formal que defina los componentes del lenguaje, sus relaciones y las
reglas dentro de un sistema de ajedrez.
El lenguaje del ajedrez está constituido por
notaciones que representan movimientos y configuraciones del tablero. Denotamos
estos signos como L, quienes se corresponden al conjunto de símbolos utilizados
en las partidas.
L= {s1, s2, s3, …, sn}
Donde cada si
representa una notación específica en el ajedrez, como movimientos de piezas o
cambios de posición.
Los referentes son las entidades concretas que los
símbolos del lenguaje (notaciones) representan en el mundo físico (tablero de
ajedrez). Denotamos los referentes como R, un conjunto de todas las
posibles configuraciones o movimientos en el ajedrez.
R = {r1, r2, r3,
…, rm}
Donde cada ri
es una acción específica (como mover un peón a la casilla "e4")
o una configuración (como una posición particular en el tablero).
La relación entre los signos del lenguaje y los
referentes se puede modelar mediante una función de mapeo f que asocia cada
notación si a
un referente ri.
f : L ⟶
R
Esta función describe cómo los signos (notaciones) se
refieren a los elementos del juego, como las piezas y sus movimientos.
Las estrategias y tácticas en ajedrez corresponden a
proposiciones más abstractas que guían las decisiones dentro del juego.
Denotamos estas proposiciones como E, que incluye todas las teorías
relacionadas con el juego (como las aperturas, los finales, etc.). Cada
proposición es una regla lógica o una hipótesis sobre la mejor forma de jugar
según una situación.
E = {e1, e2, e3,
…, ek}
Donde cada ei
es una regla o estrategia dentro del juego de ajedrez. Por ejemplo, e1 podría ser
"desarrollar las piezas rápidamente en la apertura".
Las reglas del ajedrez son las leyes que definen el
sistema. Estas reglas limitan los posibles movimientos y estrategias dentro del
juego. Denotamos las reglas como Rj.
Rj
= {rj1, rj2, …, rjm}
Donde cada rji
es una regla del ajedrez, como
"el rey no puede moverse a una casilla atacada".
Dada una estrategia o táctica, se evalúa su
efectividad en función de su conformidad con las reglas del juego. Esto puede
formalizarse mediante una relación g que evalúa si una proposición
estratégica ei es válida bajo las reglas del ajedrez rji.
g : E × Rj ⟶ {0,1}
Si g (ei, rji) = 1,
significa que la estrategia ei
es válida según la regla rji.
Si g (ei, rji)
= 0, significa que la estrategia no se ajusta a la regla del juego.
El sistema semántico del ajedrez, estructura el lenguaje del ajedrez (notaciones)
relacionando los referentes
(movimientos y configuraciones en el tablero) mediante una función de mapeo, y
las estrategias y tácticas se
evalúan en función de las reglas
del juego.
En una perspectiva
kantiana,
las nociones de estrategia y táctica en el ajedrez podrían
interpretarse en términos de las categorías fundamentales de la razón práctica
y teórica. Estas categorías organizan la comprensión del mundo y la relación
entre fines (lo que se busca lograr) y medios (cómo se hace).
Por un lado, la estrategia, como plan general que guía
la dirección del juego, es una manifestación de la razón práctica kantiana. Así, la estrategia establece el propósito u objetivo del juego, basado en
principios racionales universales aplicables al contexto del ajedrez (como
controlar el centro o desarrollar las piezas). En términos kantianos, la
estrategia se alinea con el imperativo
hipotético (reglas condicionales): "Si quiero ganar, debo formular
un plan general adecuado". La estrategia también refleja la idea de
teleología, ya que organiza las acciones tácticas hacia un fin racional.
Por otro lado, la táctica puede asociarse al uso instrumental de la razón, que
aplica principios generales a situaciones concretas para cumplir objetivos
específicos. La táctica sería el medio por el cual los fines estratégicos se
realizan. Este aspecto refleja el dominio de los juicios empíricos o
contingentes, ya que la táctica responde a situaciones particulares en el
tablero. En términos kantianos, la táctica representa la subsunción de lo particular bajo lo universal,
donde una maniobra concreta (como un ataque doble) se ejecuta dentro del marco
estratégico.
Kant introduce el concepto de esquema para mediar entre conceptos universales (estrategia) y
percepciones particulares (táctica). En este caso la estrategia actúa como un concepto a priori: un plan general que
no depende de las circunstancias inmediatas del tablero. La táctica es la aplicación concreta de ese concepto en
el ámbito fenoménico (el tablero de ajedrez). El esquema sería el conjunto de reglas prácticas que
conectan lo estratégico y lo táctico, permitiendo que el jugador traduzca
principios generales en acciones específicas.
Si se toma como fondo la distinción entre libertad
práctica y causalidad natural. la estrategia simboliza la libertad práctica del
jugador, quien elige racionalmente el propósito y el plan a largo plazo. La
táctica, en cambio, opera bajo restricciones inmediatas del tablero (las
"leyes naturales" del juego, como las reglas de movimiento de las
piezas). Esta dualidad refleja la síntesis kantiana entre libertad y
determinismo: el jugador es libre de elegir su estrategia, pero está
condicionado por las circunstancias tácticas.
En términos kantianos encontramos que la estrategia es el ejercicio de la razón práctica para establecer fines
racionales generales. La táctica
es la aplicación contingente y empírica de estos fines, mediada por el juicio
práctico. La interacción entre ambas refleja la estructura kantiana de la
acción racional: la unión entre principios universales (estrategia) y su
implementación particular (táctica), gobernada por la teleología y las
limitaciones del contexto fenoménico.
Desde la
perspectiva de Edmund Husserl y su fenomenología, las cuestiones
de estrategia y táctica en el ajedrez podrían entenderse como experiencias
intencionales que revelan cómo la conciencia del jugador constituye y da
sentido al juego.
Para Husserl, la conciencia siempre es intencional, es
decir, está dirigida hacia algo, un objeto, una idea o una situación. En el
contexto del ajedrez la estrategia
sería la intención global del jugador dirigida hacia un fin u horizonte (como
ganar la partida o lograr una posición ventajosa). Es el marco que guía toda la
experiencia del juego. La táctica
sería la intención concreta dirigida a los medios específicos necesarios para
realizar el objetivo estratégico. Es la forma en que el jugador interactúa con
el tablero en situaciones particulares. La táctica, entonces, sería una
realización parcial y momentánea del horizonte estratégico, que permanece como
un telos (meta) más amplio.
En la fenomenología husserliana, toda experiencia
tiene un horizonte de sentido que le da contexto y significado. En este caso la
estrategia constituye el horizonte de
sentido dentro del cual se interpretan y se valoran las acciones
tácticas. Por ejemplo, un movimiento táctico (como un sacrificio de pieza)
tiene sentido solo en relación con el horizonte estratégico que lo contiene (un
ataque al rey enemigo o el control del centro). La estrategia no es una
estructura fija, sino un horizonte dinámico que se ajusta conforme el jugador
revisa su percepción de la situación en el tablero.
Husserl propone una epoché (suspensión de juicios) para analizar el fenómeno, en nuestro
caso del ajedrez tal como se daría en la experiencia del jugador, sin
presuposiciones externas, así desde esta actitud reflexiva, se puede observar
cómo la estrategia y la táctica emergen como constituciones de la conciencia
del jugador. La estrategia sería vista como la forma a priori en la que el jugador organiza su experiencia del
juego, mientras que la táctica sería la actualización
fenomenológica de esa forma en la práctica.
Husserl introduce los conceptos de retención (memoria del pasado
inmediato) y protención
(anticipación del futuro) para explicar cómo la conciencia experimenta el
tiempo. En el ajedrez la retención
permite al jugador recordar las posiciones y movimientos previos, lo que es
crucial para ajustar tanto la estrategia como la táctica. La protención guía la anticipación de
posibles jugadas futuras, conectando el marco estratégico con las tácticas
específicas. Esto implica que la estrategia y la táctica están unidas en un
flujo continuo de conciencia que da coherencia a la experiencia del juego.
En la fenomenología de Husserl, el significado de las
cosas se constituye en niveles. La estrategia
opera en un nivel superior de constitución, donde el jugador forma estructuras
de sentido amplias, como planes y objetivos generales. La táctica opera en un nivel más básico,
relacionado con la experiencia inmediata y concreta de los movimientos en el
tablero. Ambos niveles están interconectados: la estrategia depende de las
tácticas para materializarse, mientras que las tácticas adquieren significado
solo en relación con la estrategia.
Desde la fenomenología de Husserl, la estrategia sería el horizonte
intencional global que organiza la experiencia del jugador, constituyendo el
marco en el que las acciones tienen sentido. La táctica sería la realización concreta de esa intención en actos
específicos, dependientes del contexto inmediato. Ambas están unidas en un
flujo dinámico de retención y protención, donde la conciencia del jugador da
sentido y coherencia a la experiencia del ajedrez. Husserl pondría el énfasis
en cómo el jugador vive y constituye la experiencia del ajedrez, mostrando que
la estrategia y la táctica no son entidades separadas, sino aspectos diferentes
de una misma intencionalidad que organiza el fenómeno del juego.
Ludwig Wittgenstein utilizó el concepto de juegos en sus obras filosóficas para
ilustrar su enfoque sobre el lenguaje
y las reglas. Aunque no se
refiere específicamente al ajedrez, el concepto de "juego" es central
en su filosofía, especialmente en su obra Investigaciones Filosóficas,
donde introduce la idea de que el lenguaje
funciona de manera similar a un juego, con reglas que se aprenden y se aplican
de forma práctica.
Así por
ejemplo en este
pasaje, Wittgenstein introduce la famosa idea de los juegos de lenguaje: “El
significado de una palabra es su uso en el lenguaje. [...] Piensa en las muchas
formas diferentes de usar una palabra. Cada forma de uso de una palabra tiene
algo en común con las demás, algo que, por decirlo de alguna manera, puede ser
llamado su "familia". Las formas de vida no se componen de elementos
que están relacionados entre sí por una estructura lógica, sino por una
multiplicidad de puntos de contacto. Lo que se parece a un juego de ajedrez en
esta comparación es el concepto de una “familia de juegos”." Wittgenstein
está sugiriendo que el lenguaje y sus usos son similares a los juegos en los
que las reglas cambian de acuerdo con el contexto, pero siguen ciertos patrones
comunes. Esta idea se aplica también al ajedrez, donde las reglas son claras,
pero deben ser comprendidas en el contexto específico del juego.
Wittgenstein hace una comparación entre el lenguaje y
un juego, sugiriendo que el lenguaje tiene diferentes "juegos" o
formas de uso que se adaptan a diferentes contextos: “Un juego de lenguaje es,
en parte, un sistema de actividades que involucra reglas, y las reglas no son
siempre explícitas, sino que a menudo se aprenden a través de la
práctica." Esta observación es muy relevante para el ajedrez, que es un
"juego de reglas" que se aprende en la práctica y que tiene
diferentes formas de interacción dependiendo de las reglas que se aplican.
Wittgenstein continúa hablando sobre la relación entre
juegos y reglas: “Las reglas de un juego no pueden ser entendidas sin la
práctica del juego, sin un conocimiento previo de cómo se juega. El significado
de una palabra se deriva de su uso dentro de una determinada práctica
lingüística." Este concepto también se puede aplicar al ajedrez: el
conocimiento de las reglas del ajedrez solo se vuelve significativo cuando se
está jugando el juego, es decir, el "uso" del juego es lo que da
sentido a las reglas. Así como las reglas de un juego de ajedrez solo tienen
relevancia cuando se están aplicando, las reglas del lenguaje también toman
sentido dentro de las prácticas sociales que las configuran.
En este pasaje, Wittgenstein explica cómo la variedad
de formas de juego y sus reglas se parecen al lenguaje: “Es como si dijéramos
que el lenguaje tiene una familia de juegos, y que uno puede observar cómo las
reglas de cada juego se ajustan a diferentes situaciones de forma única. En
algunos juegos las reglas son muy estrictas, en otros más flexibles." Al
igual que en el ajedrez, las reglas en los juegos de lenguaje no son siempre
rígidas, y la flexibilidad o rigidez de las reglas puede variar dependiendo de
la situación. Este enfoque es útil para entender cómo Wittgenstein
conceptualizaba la relación entre el lenguaje y las reglas.
Otro pasaje famoso sobre los juegos de lenguaje: “Los
juegos de lenguaje son como una serie de formas de vida, cada una con su propio
conjunto de reglas. Un juego no tiene un único conjunto de reglas, sino que
tiene muchas variantes. El sentido de una palabra depende del tipo de juego que
se esté jugando." Este punto resalta cómo los "juegos" en
general, ya sea en el ajedrez o en el lenguaje, son diversos y contextuales, lo
que permite interpretaciones diferentes y variadas de las reglas dentro de cada
situación específica.
Estas citas muestran cómo Wittgenstein utilizó la
metáfora del juego para explicar
cómo se desarrollan y aplican las reglas dentro de un sistema determinado. En
el caso del ajedrez, el juego es
un ejemplo claro de cómo las reglas estructuran el comportamiento y las
interacciones dentro del sistema del juego. De manera similar, Wittgenstein
veía el lenguaje como un conjunto de "juegos" con reglas que son
comprendidas y aplicadas a través de la práctica. Aunque Wittgenstein no se
refiere directamente al ajedrez, sus reflexiones sobre los "juegos de
lenguaje" pueden interpretarse en términos del ajedrez, en el que las
reglas del juego son comprendidas y aplicadas solo dentro del contexto de su
práctica, de manera similar a cómo las palabras adquieren su significado dentro
del uso concreto del lenguaje.
En las Investigaciones Filosóficas, ofreció una
forma poderosa de interpretar cómo las reglas y el uso de las mismas en un
contexto dado (como el ajedrez) estructuran la experiencia y el significado, y
cuando hablamos del lenguaje podemos ver, para el caso de Kant y Husserl, como
sus categorías pueden estructurar una comprensión macro del fenómeno “ajedrez”,
en sus visiones particulares dentro de sus sistemas filosóficos (sus propios
juegos lingüísticos).
Por
nuestra parte, asumiendo un “realismo”, del tipo desarrollado por Mario Bunge, el
lenguaje especializado del ajedrez, incluida su notación, puede interpretarse
como un sistema conceptual que describe y opera en un campo particular: el de
las ideas estratégicas y tácticas
propias del juego. Según el realismo semántico, las expresiones lingüísticas y
simbólicas tienen un correlato en la realidad, ya sea física, social o
conceptual. En el caso del ajedrez, la realidad representada no es física, sino
una estructura conceptual consistente en configuraciones, relaciones y
dinámicas de las piezas sobre el tablero. Dentro de este contexto encontramos
que la notación ajedrecística (por ejemplo, e4, Nf6, etc.) codifica de manera
precisa las posiciones y movimientos en el tablero. Para el realismo semántico,
estas representaciones tienen significado porque refieren a elementos concretos
dentro del sistema del ajedrez, como piezas, posiciones y acciones permitidas
por las reglas. Los conceptos de estrategia y táctica en ajedrez se fundamentan
en patrones, principios y planes que emergen de la interacción de las piezas.
Estos conceptos son ideales, en el sentido de que no existen físicamente, pero
son objetivamente válidos dentro del marco del juego. Por ejemplo, términos
como "sacrificio", "ataque doble" o "estructura de
peones" refieren a fenómenos específicos que se pueden observar y analizar.
El lenguaje sirve para representar sistemas reales o ideales. En el ajedrez, la
notación y el lenguaje especializado capturan no solo estados concretos (como
una posición específica) sino también relaciones abstractas, como el control de
una casilla o la presión sobre una pieza. Aunque el ajedrez es un sistema
formal, su análisis estratégico y táctico tiene una dimensión realista porque
se apoya en regularidades y patrones observables que tienen una existencia
objetiva dentro del mundo conceptual del ajedrez.
En el realismo semántico, del tipo bungeano, las
referencias lingüísticas y simbólicas del ajedrez pueden interpretarse como
descripciones de una realidad conceptual, donde las ideas estratégicas y
tácticas constituyen el núcleo significativo del sistema. Este enfoque permite
analizar cómo el lenguaje ajedrecístico no solo facilita la comunicación, sino
que también estructura el pensamiento y la comprensión del juego.
Dentro del marco filosófico del realismo semántico, la relación entre
estrategia y táctica en ajedrez podría analizarse siguiendo su enfoque de ontología realista, en el cual las
entidades del mundo existen independientemente de nuestras ideas o
representaciones de ellas. En términos de ajedrez, las estrategias y las tácticas
representan conceptos o entidades dentro de un sistema que tienen una
existencia objetiva, aunque sus manifestaciones dependen de las circunstancias
del juego.
Según Bunge,
las teorías y las entidades, en general, tienen una existencia ontológica independiente, pero nuestra
comprensión de ellas evoluciona en función de la interacción con el mundo (en
este caso, con el tablero de ajedrez). Desde este punto de vista, la Estrategia (el "qué" y "por
qué") se considera una estructura
de alto nivel dentro del juego, una especie de plan global que orienta
el desarrollo de la partida. Este marco
general orienta las decisiones tácticas que se tomarán más adelante. La
estrategia se concibe como un conjunto de proposiciones que guían el juego hacia un objetivo final. La Táctica (el "cómo")
representa acciones específicas dentro
de esa estrategia global. Son los movimientos concretos que se realizan para
lograr un avance en el contexto de la estrategia general. En términos
bungeanos, la estrategia estaría ontológicamente
por encima de la táctica, ya que es un marco superior que organiza y dirige las tácticas, las cuales son las manifestaciones concretas de la
estrategia en la práctica del juego. La táctica depende de la estrategia, pero a su vez, los movimientos tácticos
también pueden afectar y
reajustar la estrategia en función de los resultados inmediatos.
Así podríamos
formular:
Estrategia (S): Conjunto de proposiciones
abstractas que definen el plan general de acción dentro de una partida de
ajedrez, en términos de cómo un jugador buscará alcanzar la victoria.
S = {Conquistar el centro, Desarrollar las piezas,
… }
Táctica (T): Movimientos y maniobras concretas
que forman parte de la estrategia, con el objetivo de lograr una mejora inmediata en la situación del juego.
T = {Ataque doble, Clavada, … }
La estrategia y la táctica no son independientes; la táctica debe estar
al servicio de la estrategia. Es decir, la táctica tiene sentido solo en el
contexto de una estrategia más amplia. T
⟶ S, es decir, la táctica puede ser
reajustada en función de los cambios estratégicos.
Desde la perspectiva ontológica de Bunge, tanto la gallina como el huevo son partes de
un sistema causal continuo, y
este sistema se debe entender como una cadena
de eventos que sigue leyes naturales (biológicas, genéticas,
evolutivas). El concepto de causa y efecto no es un simple ciclo, sino una relación de dependencia entre
elementos dentro de un proceso evolutivo que depende de factores empíricos y
materiales. Por lo tanto, no se trata de un dilema circular o de un "primer origen" que debe ser resuelto,
sino de una explicación gradual
basada en la evolución. Desde la evolución
biológica, se sabe que los animales que evolucionaron para ser gallinas
como las conocemos hoy son descendientes de otras especies, y en algún punto de
esa evolución, un huevo contenía
el primer gén de una gallina
moderna. Así, en el contexto bungeano,
el huevo es la respuesta más coherente, ya que las especies evolucionan a
través de procesos graduales y el huevo es el medio biológico mediante el cual
se transmiten los códigos genéticos.
En la filosofía de Bunge, la respuesta a la pregunta "¿Qué fue primero, la
gallina o el huevo?" no se reduce a un dilema filosófico, sino que se
resuelve a través de una explicación
causal y empírica que se basa en la evolución biológica. En este
sentido, el huevo precede a la gallina
como parte de una cadena causal que puede ser explicada mediante el
conocimiento científico y la observación empírica.
Desde un punto de vista realista y semántico, la estrategia precede a la táctica en
ajedrez, dado que la estrategia establece los marcos generales de la partida y
la táctica se emplea para ejecutar esos marcos de forma concreta. Sin embargo,
la relación es dinámica, la táctica puede modificar la estrategia en función de
las situaciones que surjan en el juego.