Por Víctor M. Oxley Ynsfrán
El enfrentamiento entre las diferentes clases
sociales –los burgueses y el proletariado- es la idea básica de la visión
historicista de la evolución de las sociedades de Karl Marx. El Materialismo
histórico marxista –base filosófica de su historicismo- se funda en que las
relaciones que el ser humano establece con la naturaleza y con el resto de los
seres humanos son relaciones materiales. Estas relaciones se dan en dos
niveles. A) Infraestructura Económica: Es el conjunto de relaciones de
producción, es decir, las relaciones que se establecen entre los trabajadores
–el proletariado- y los dueños de los medios de producción: la burguesía. Estas
relaciones son conflictivas y antagónicas. B) Superestructura. Es el conjunto
de ideas, creencias, instituciones y normas que configuran la conciencia
social, estas relaciones dan origen a la ideología y a la estructura socio-política
del Estado.
Así, según la visión marxista la sociedad está
dividida en dos grupos autoexcluyentes y antagónicos: burgueses por un lado,
los dueños de los medios de producción y por el otro, el proletariado, las
masas obreras asalariadas que no son dueñas de los elementos para producir,
solo tienen su fuerza potencial de ser empleada.
La clase en sí misma, es una categoría
constructiva que el sociólogo distingue con respecto a ciertas características
atribuidas a miembros que se engloban en ella, pero en la realidad, estas
pueden ser agrupadas según una infinidad de criterios. Ahora la clase para sí
misma, la clase del proletariado, es aquella que adquiere conciencia de su
identidad por medio de la acción y por medio de un partido militante, de este
modo es fruto de un proceso de inculcación ideológica por parte de los grupos
que forman su inteligencia.
Las sociedades contemporáneas son cada vez más
complejas –y no se asemejan ni en remedos a lo que Marx creyó describir y
apresar en sus leyes sociologistas-, no sólo porque la diversidad de las
profesiones, capacidades, y calificaciones, aumenta, sino porque los diversos
criterios –relación con la propiedad, naturaleza del trabajo manual o
intelectual, cantidad de ingresos, maneras de vivir y sistemas de valores- no
están siempre de acuerdo y no forman conjuntos globales, totalidades
objetivamente reconocibles, ya que cada miembro de la sociedad global pertenece
a uno de estos conjuntos y sabe que pertenece a él. Las fronteras de las clases
son cada vez menos claras. No es fácil determinar exactamente a qué nivel, por
ejemplo el técnico, deja de pertenecer a la clase obrera. No porque cobra por
meses, el pequeño empleado o el funcionario tienen un salario siempre superior
al de un obrero calificado. Él tampoco posee instrumentos de producción, ahora
¿pertenece a la misma clase que el obrero porque tiene la misma relación con
los medios de producción o pertenece a
una clase diferente porque no trabaja con sus manos? Los grupos de individuos
agrupados en clases difieren solamente por el grado y no por la naturaleza de
los estratos, no tienen cada uno una comunidad de vida y de valores
relacionados única y exclusivamente a ellos, pues los individuos están
relacionados entre sí y la sociedad por una compleja rizomática red de
relaciones no sólo económica (como lo dice Marx), sino que también biológicas,
políticas y culturales.
La sociedad contemporánea se compone de clases
sin que necesariamente la sociedad entera pueda dividirse en unas cuantas clases
sociales o lo que es peor a una visión maniquea del bien y el mal como aquella
de proletarios y burgueses como Marx y sus apologetas preconizaban y los nuevos
“izquierdistas” en el Paraguay preconizan. Son muchos los individuos que se
sitúan en algún estrato más que en alguna clase, de esto se puede inferir que
la resistencia o no resistencia por parte de algunos grupos (o clases) a otros,
no es forzosamente la de embarcarse en una lucha a muerte entre estos como lo
ven los “zurdos”.
En sociedades democráticas, las tensiones
sociales se expresan abiertamente a través de conflictos de grupos de interés y
la mayoría de la veces los sindicatos son los portavoces de reclamos, en los
países totalitarios estos conflictos se invisibilizan y se resuelven por
árbitros detentores del poder absoluto; así las cosas, privada del “concenso”
imprescindible una sociedad democrática se fragmenta en clases enemigas,
mientras que en un régimen socialista se formará –según la teología marxista-
una masa consciente de su enajenación que empieza a dar sus pasos a su total
liberación por medio de una violenta y sangrienta guerra revolucionaria.
Una sociedad –afirma Raymod Aron- se parece a la
imagen que su enemigo tiene de ella cuando se convierte en la caricatura de sí
misma. Esta en nosotros rechazar toda esta locura de una “izquierda
bolivariana” que a fuerza de verdugo social quieren imponer un grupo
minoritario de intolerantes que se arrogan la representación de la mayoría, y
que no respetan la “libertad” como derecho básico de los ciudadanos que no
piensan como ellos, El Marxismo en su pretensión científica nació muerto, es
dogmático; la sociedad sin clases es una utopía, pero se podría construir una
sociedad de iguales en oportunidades, en la que los ciudadanos se desarrollen
biológica, económica, política y culturalmente, y estos fines son solo posibles
sobre las bases liberales de la tolerancia y la pluralidad bajo el estricto
respeto de la Constitución y el orden institucional que de ella emergen.
El marxismo hoy en día es lo más obsoleto que puede existir, ina ideología perimida, comparto cuando decís es una pretensión que nació muerta, para mi no llega ni a ser cientírica, es solo una utopía y un "discurso" utilizado hoy en día por los dictadores como Chávez y otros que sí disfrutan de una vida materalista y para nada hacen honor a los valores que promulgan--
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