sábado, 25 de agosto de 2012

LOS NUEVOS “IZQUIERDISTAS” EN EL PARAGUAY Y LA LUCHA DE CLASES


                                                                                                    Por Víctor M. Oxley Ynsfrán

El enfrentamiento entre las diferentes clases sociales –los burgueses y el proletariado- es la idea básica de la visión historicista de la evolución de las sociedades de Karl Marx. El Materialismo histórico marxista –base filosófica de su historicismo- se funda en que las relaciones que el ser humano establece con la naturaleza y con el resto de los seres humanos son relaciones materiales. Estas relaciones se dan en dos niveles. A) Infraestructura Económica: Es el conjunto de relaciones de producción, es decir, las relaciones que se establecen entre los trabajadores –el proletariado- y los dueños de los medios de producción: la burguesía. Estas relaciones son conflictivas y antagónicas. B) Superestructura. Es el conjunto de ideas, creencias, instituciones y normas que configuran la conciencia social, estas relaciones dan origen a la ideología y a la estructura socio-política del Estado.

Así, según la visión marxista la sociedad está dividida en dos grupos autoexcluyentes y antagónicos: burgueses por un lado, los dueños de los medios de producción y por el otro, el proletariado, las masas obreras asalariadas que no son dueñas de los elementos para producir, solo tienen su fuerza potencial de ser empleada.

La clase en sí misma, es una categoría constructiva que el sociólogo distingue con respecto a ciertas características atribuidas a miembros que se engloban en ella, pero en la realidad, estas pueden ser agrupadas según una infinidad de criterios. Ahora la clase para sí misma, la clase del proletariado, es aquella que adquiere conciencia de su identidad por medio de la acción y por medio de un partido militante, de este modo es fruto de un proceso de inculcación ideológica por parte de los grupos que forman su inteligencia.

Las sociedades contemporáneas son cada vez más complejas –y no se asemejan ni en remedos a lo que Marx creyó describir y apresar en sus leyes sociologistas-, no sólo porque la diversidad de las profesiones, capacidades, y calificaciones, aumenta, sino porque los diversos criterios –relación con la propiedad, naturaleza del trabajo manual o intelectual, cantidad de ingresos, maneras de vivir y sistemas de valores- no están siempre de acuerdo y no forman conjuntos globales, totalidades objetivamente reconocibles, ya que cada miembro de la sociedad global pertenece a uno de estos conjuntos y sabe que pertenece a él. Las fronteras de las clases son cada vez menos claras. No es fácil determinar exactamente a qué nivel, por ejemplo el técnico, deja de pertenecer a la clase obrera. No porque cobra por meses, el pequeño empleado o el funcionario tienen un salario siempre superior al de un obrero calificado. Él tampoco posee instrumentos de producción, ahora ¿pertenece a la misma clase que el obrero porque tiene la misma relación con los medios de producción  o pertenece a una clase diferente porque no trabaja con sus manos? Los grupos de individuos agrupados en clases difieren solamente por el grado y no por la naturaleza de los estratos, no tienen cada uno una comunidad de vida y de valores relacionados única y exclusivamente a ellos, pues los individuos están relacionados entre sí y la sociedad por una compleja rizomática red de relaciones no sólo económica (como lo dice Marx), sino que también biológicas, políticas y culturales.

La sociedad contemporánea se compone de clases sin que necesariamente la sociedad entera pueda dividirse en unas cuantas clases sociales o lo que es peor a una visión maniquea del bien y el mal como aquella de proletarios y burgueses como Marx y sus apologetas preconizaban y los nuevos “izquierdistas” en el Paraguay preconizan. Son muchos los individuos que se sitúan en algún estrato más que en alguna clase, de esto se puede inferir que la resistencia o no resistencia por parte de algunos grupos (o clases) a otros, no es forzosamente la de embarcarse en una lucha a muerte entre estos como lo ven los “zurdos”.

En sociedades democráticas, las tensiones sociales se expresan abiertamente a través de conflictos de grupos de interés y la mayoría de la veces los sindicatos son los portavoces de reclamos, en los países totalitarios estos conflictos se invisibilizan y se resuelven por árbitros detentores del poder absoluto; así las cosas, privada del “concenso” imprescindible una sociedad democrática se fragmenta en clases enemigas, mientras que en un régimen socialista se formará –según la teología marxista- una masa consciente de su enajenación que empieza a dar sus pasos a su total liberación por medio de una violenta y sangrienta guerra revolucionaria.

Una sociedad –afirma Raymod Aron- se parece a la imagen que su enemigo tiene de ella cuando se convierte en la caricatura de sí misma. Esta en nosotros rechazar toda esta locura de una “izquierda bolivariana” que a fuerza de verdugo social quieren imponer un grupo minoritario de intolerantes que se arrogan la representación de la mayoría, y que no respetan la “libertad” como derecho básico de los ciudadanos que no piensan como ellos, El Marxismo en su pretensión científica nació muerto, es dogmático; la sociedad sin clases es una utopía, pero se podría construir una sociedad de iguales en oportunidades, en la que los ciudadanos se desarrollen biológica, económica, política y culturalmente, y estos fines son solo posibles sobre las bases liberales de la tolerancia y la pluralidad bajo el estricto respeto de la Constitución y el orden institucional que de ella emergen.

1 comentario:

  1. El marxismo hoy en día es lo más obsoleto que puede existir, ina ideología perimida, comparto cuando decís es una pretensión que nació muerta, para mi no llega ni a ser cientírica, es solo una utopía y un "discurso" utilizado hoy en día por los dictadores como Chávez y otros que sí disfrutan de una vida materalista y para nada hacen honor a los valores que promulgan--

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