Por
Víctor M. Oxley Ynsfrán
El Paraguay esta
connotado por un sistema político bipartidista, la historia desde sus hechos
nos refleja la hegemonización por periodos, tanto del Partido Colorado (ANR) como
del Partido Liberal (PLRA). Las elecciones pasadas del año 2008 han puesto el
acento en ello y las que se vienen -estas del 2013- subrayaran enfáticamente
aún más esta propiedad emergente como se puede anticipar por las características
que la vienen condicionando.
Los partidos
políticos, como organizaciones institucionales, desde sus orígenes, fueron
creados para ser lo más efectivos posibles en lograr captar las preferencias
del elector. Desde el momento en que sus campañas están planificadas con miras
a atraer -por medios públicos de comunicación- votos, en ellas se valen de
recursos económicos y psicológicos principalmente.
Así, lo que
llamamos partidos políticos están apoyados por diferentes grupos que se
relacionan de maneras distintas y en grados diferentes con tales nucleaciones.
A grosso modo podemos decir, -y en sentido sociológico- que sus votantes están
nominalmente referenciados por categorías como ser: la de los votantes
"duros" y libres.
El voto
"duro" es el clientelar, entendido directamente como el elector que está
en condición de dependencia directa de un partido político, condición que hace
que sus votos estén comprometidos con su mandante. El voto "libre",
se puede decir, que es aquel, que sin presiones clientelares puede ejercer el
elector por la simple opción de sus preferencias. Dada las definiciones
anteriores, no quiere decir ni mucho menos que no exista voto "libre"
dentro de la categoría de votantes "duros", y a la vez que dentro de
los votantes "libres" se den relaciones que obliguen a estos a que
sus votos sean capturados en la red de los "duros", pues sobradamente
son conocidas que las estructuras de parentesco y las múltiples relaciones
sociales de los individuos pueden causar tal conversión.
Ahora ¿cómo se
calculan los votos "duros" de un partido político? Se puede decir que
los afiliados de un partido político, habilitados para sufragar, al menos
potencialmente son sus votos duros, pero en la realidad esto no es así, pues la
suma total de estos nunca es cifra correspondiente a lo alcanzado en una
elección (esto tiene sus muchas explicaciones). En la práctica se toma como
votantes duros, a la cifra alcanzada por la lista de senadores de un partido
político, pues esta se supone está conformada por los afiliados que lo han
hecho debido a sus relaciones clientelares.
El voto es la
piedra angular de los sistemas políticos con base democrática. La lucha por
ampliarlo y de darle una propiedad lo más "inclusiva" posible fue (y
sigue siendo) uno de los mayores logros de la ciudadanía política. Tan
importante se consideran estos progresos, que el voto, hoy día, es en el mayor
de los casos, el que legitima a las autoridades que ejercerán el poder de
gobernar en los sistemas representativos con sus correspondientes
instituciones.
Desde las
premisas, líneas antes expresadas, el voto debe considerarse un deber
ciudadano, obligatorio de ejercerlo y no debe de ser delegado bajo ninguna
circunstancia. La condición de secreto -logro que se lo situase fuera del alcance
inmediato de las presiones o constricciones en el condicionamiento de su uso- más
no significa ello que amparado en tal figura, el ciudadano pueda arroparse de impunidad
bajo el derecho inalienable de ejercerlo en malgastarlo o desperdiciarlo,
simulando haber elegido, o sencillamente abandonandose en la voluntad "libertina"
de no ejercerlo.
Las condiciones
legales, que instituyan como propiedades, lo citado anteriormente -inclusividad,
ampliaciones irrestrictivas, condiciones de seguridad basadas en la naturaleza
secreta del sufragio y su obligatoriedad- determinan, entre otras cosas más, la
calidad "formal" de un sistema político.
La ley electoral
paraguaya, reguladora de la Constitución en sus postulados que hacen a la ciudadanía
cívica-política, tiene reglas que lo regulan en el espacio-tiempo concreto
dentro del territorio nacional. Esto pone de manifiesto el hecho, de que el
"juego" democrático de postularse a cargos públicos y de elegir a
quienes se prefiera, sean condicionados causalmente por sus efectos. Así las
cosas. lo que no se hizo por mejorarlo (refiriéndonos claro al sistema político),
queda como tarea pendiente a futuro, a la par nos sitúa, en la incomodidad de
tener que ejercer la acción de elegir en condiciones que creemos no propician
la suficiente calidad de un proceso.
Así las cosas, y
de caras a la elecciones generales en la República del Paraguay de abril
próximo, las reglas de juego han determinado quienes son los que se han
postulado para ejercer el poder en el periodo constitucional venidero -en
espera de las preferencias ciudadanas-.
Son 12 los partidos
dentro de 38 agrupaciones políticas habilitadas legalmente por el Tribunal
Superior de Justicia Electoral para participar de los comicios del 21 de abril
próximo, estos pujaran por captar las preferencias de los electores y así hacer
efectivas sus metas electorales plasmadas estas en la representación real desde
una banca parlamentaria o junta departamental, o un lugar en el ejecutivo sea
esta como presidente del país o gobernador departamental. Según datos del
Tribunal Superior de Justicia Electoral, la ANR tiene en su nómina a 1.989.416
afiliados, en tanto que el PLRA, tiene 1.107.697 afiliados habilitados para
votar. Decir que estas cifras determinan el éxito de uno u otro, de antemano es
una falsa proposición, pues las varias elecciones pasadas pueden ilustrarlo. Además,
es de público conocimiento, que estas nominas partidarias están plagadas de
personas cuyos nombres y datos se repiten en otros padrones partidarios (entre
estos los hay que fueron incluidos a voluntad y otros sin ella), así las cosas,
la ANR cuenta con 710.705 personas en esta situación (doble o múltiple
afiliación), y el PLRA con 497.259 ciudadanos de igual condición; se da el caso
por ejemplo de ciudadanos en estas condiciones que han votado hasta el número
de 11 veces en varias internas partidarias distintas para un mismo llamado
eleccionario.
En la antesala de
estas elecciones, ha saltado a luz, que el súper padrón de la ANR está
conformado en alto grado por la inclusión involuntaria de muchas personas,
cientos de estas han protestado públicamente esta ilícita práctica, pues han
sido irreparablemente dañadas en esta maquiavélica acción.
La categoría de
voto "duro" o clientelar, es el núcleo sobre el cual se edifica
cuantitativamente hablando las posibilidades de éxito de una propuesta política
electoral, En algunas condiciones, basta la sola existencia de estos en número
tal, para alcanzar la victoria (ejemplo que puede cuadrarse son las elecciones comandadas
desde la Junta de Gobierno de la ANR en la dictadura del Gral. Alfredo Stroessner).
En condiciones democráticas, es decir cuando el poder está distribuido de
manera a que ningún grupo se imponga en voluntad, el voto "libre" es
la detonante del éxito.
Las elecciones a una sola vuelta, en su caso más llano como la nuestra,
es el escenario en donde los actores políticos, -los partidos políticos y sus
candidatos- intentan alcanzar el máximo de votos (con su consecuente mayor
número de representantes) a través de procesos de interacción estratégica; o en
su alternativa legal solidificar dinámicas de negociación -en forma de alianzas
o coaliciones- que aseguren la eliminación de bajos niveles de incertidumbres en
cuanto resultado electoral, minimizando los costos políticos y económicos. Las
elecciones son el proceso por el cual, los partidos políticos buscan atraer al
que vota "libre", es decir buscan captar para sí al elector que vota
racionalmente de una manera estratégica.
Así, el estado
actual del sistema real político en el Paraguay, impone a los ciudadanos tener
que decidir con lo que tiene a mano, y lo que tiene a mano es el poder de su
voto informado, el cual indefectiblemente debe darlo a algún candidato.
Debido a la
obligatoriedad de votar, así lo imperatiza la Constitución nacional, puede el
elector ir a los comicios, votar, y como medio de manifestar inconformidad
frente a la oferta política, votar en blanco a la opción de abstenerse. Ahora,
en qué medida esta opción genera resultados beneficiosos. Es constatable -a partir
del mecanismo D´Hondt vigente en nuestro sistema electoral- que los votos en blanco benefician a los
partidos mayoritarios y perjudican a los minoritarios, pues estos votos se
cuentan como emitido y válido; así valuados elevan el umbral de votos totalizados,
y a consecuencia de ello, los partidos minoritarios pasan a ser suspendidos por
un periodo electoral en las siguientes elecciones, por la razón de que su
porcentaje de participación no alcanza el mínimo de lo estipulado en la ley, ya
que los votos en blanco contabilizados como válidos lo han elevado. Además, el
votar en blanco contribuye a que los partidos mayoritarios tengan una sobre
representación en ausencia de minorías parlamentarios de otros grupos anulados
por la emisión de votos en blanco. Como
se ve, esta práctica enfatiza la propiedad bipartidista del sistema electoral.
Otra opción, como
posibilidad de voto es hacer que su opción sea nula (marcando como no es debido el boletín por ejemplo o estropeándolo ex
profeso), tal vez como protesta a que ninguno de los candidatos sea de su
preferencia. Ahora, ¿en qué
medida los votos en blanco o nulo, podrían generar resultados beneficiosos a la
ciudadanía en general? Como se vio líneas atrás, el voto en
blanco baja el umbral de votos efectivos, y desde aquí, los partidos políticos
con un caudal electoral "duro", cuanto más baja sea la participación
"efectiva" (es decir votos con una opción preferencial dada a algún
candidato), llevarán la sobre representación política, pues las reglas según el
método D´Hondt les permitirá un oligopolio representacional. En cuanto a los
votos nulos o la abstención no agregan nada más a lo que se da en la realidad,
y los ciudadanos que han ejercido (u optado por este curso de acción) de esta
manera su derecho, han aceptado de antemano ser súbditos incondicionales por 5
años de lo que otros han elegido, con su acto han delegado su obligación y
voluntad ciudadana (lo mismo se puede atribuir a los votantes en blanco).
El elector debe abandonar los cursos de acción de votar en blanco, nulo
o abstenerse, debe participar y de la mejor manera posible, debe hacer que
valga efectivamente su voto, para ello debe votar estratégicamente, es decir,
no debe desperdiciar su voto en candidatos que no tienen posibilidades de sacar
el máximo de resultados posibles, es decir ganar la representación por mayoría
simple. El elector mediante un voto informado, debe hacer su preferencia al
mejor candidato por sus antecedentes, y así al votar por él, de con su acto
"estratégico" legitimidad a esa preferencia en la suma total de todos
los que optaron por obrar (aquellos que a través de un interés por emitir un
voto informado y por el que tiene mejores opciones para ganar) como seguramente
lo harán como él.
El padrón partidario
del PLRA registraba para las elecciones generales del 2008 en el Paraguay
820.851 afiliados, pero es trivial decir que todos votaron por la APC (Alianza
Patriótica para el Cambio) pues si así hubiese sido, sería igual o mayor a su
total de empadronados. En las internas de diciembre de 2007 solo votaron
287.297 individuos (35%), y en las elecciones del 2003, la candidatura
presidencial obtuvo 370.348 votos. Cabe preguntarse entonces, de los 766.502 votos
obtenidos por la APC .¿cuántos son votos liberales? Haciendo unos cálculos,
tomando como auténticos votos que integran la estructura de la lista 6-APC, el
total obtenido en la lista nacional de Senadores, es decir 507.413 votos,
tenemos que del total de votos por la APC, quedarían 259.089 votos que integran
el total no-liberal. Ahora si tomamos en cuenta que solo el 26,2% de los votos
castiglionistas votarían por la APC (Según una encuesta hecha por COIN en
marzo, el 46% iría para Lino Oviedo), obtenemos la cifra de 95.027; entonces si
esta cifra restamos de los votos que se sumaron (los no-liberales) obtenemos la
cifra de 164.062; y esta franja es la de los no-colorados y no-liberales; así
dentro del método que se practica en este cálculo tenemos por deducción simple
la estructura de votos de la APC.
El partido Unión Nacional de Ciudadanos Éticos
(UNACE) obtuvo en las elecciones generales del 2008, para su candidatura presidencial
la suma de 411.034 votos (el 21,93% del total), y el apoyo a su lista de
Senadores constituyó el 17,98% del total (336.763 votos). Así también, en las
generales del 2003 el UNACE para su presidenciable obtuvo la cifra de 208.391 votantes (el 13,47% del total), y para su
lista de Senadores, en la misma elección obtuvo 211.078 votos (el 13,67% del
total). El éxito electoral (significando claro -por "éxito"- su
crecimiento representacional parlamentario) apunta en gran medida a los votos
"reconducidos" hacia ellos del partido colorado (ANR).
Según Roberto Paredes [Paredes, Roberto (2008).
Operación 33 – La versión de los protagonistas, Servilibro,
Asunción] "la estrategia central de la campaña del Partido Colorado -en
las generales del 2008- tenía un claro objetivo: alzarse con todos los votos
"duros" del partido, calculado en más de 750.000, tomando como
parámetro la cantidad de electores de la última interna".
En cuanto a sondeos estadísticos hechos al margen
del oficialismo (en ese entonces la ANR en el poder)- la empresa COIN proyectó
a finales del mes de febrero del 2008, un cuadro de situación con variables de
participación, destacándose en ella la tendencia a que el triunfador sería la
candidatura de la APC. "Los resultados fueron muy llamativos y de acuerdo
con la percepción de los observadores y la gente común se ajustaba con
precisión a lo que se daba en la realidad" -comenta el autor citado-.
Así, según Paredes -parafraseando la encuesta hecha
por COIN- "si la participación
fuese baja, del 40% del total de los electores, los resultados serían los más
ajustados a favor de los candidatos de la APC, pero a medida que el nivel de
participación aumentaba, la diferencia se ampliaba hasta ubicarse en más de 15
puntos sobre Blanca Ovelar y más de 10 puntos sobre Lino César Oviedo.
En los resultados finales resultó que la ANR obtuvo
el 30,63% del total escrutado, cifra que se referencia en los 573.995 votos
obtenidos para su chapa presidencial.
El voto duro de la ANR constituyó el reflejado en el
resultado alcanzado por su lista de Senadores, que constituyó el 27,23% del
total para esas candidaturas y que referencian a la magra cifra de 509.907
votos (como se ve, Paredes fue muy optimista en su apreciación pues su cálculo
del voto duro colorado esta errado en el orden de 240.093, tal vez porque no
tuvo en cuenta que la tendencia en la ANR gira que votan más sus afiliados en
las internas que en las generales).
Como se obtiene por deducción, sólo el 3,4% fue la
capacidad de la ANR de captar votos no colorados para su chapa presidencial en
las instancias electorales del 2008. Estos resultados cayeron dentro de la
prospección científica-estadística hecha
por la empresa COIN según se corrobora hoy día.
El
ultra conservadurismo derechoso del partido colorado (el grupo que apoya la
candidatura de Horacio Cartes), constituye el 59,66% (497.250 votos) del total
de participación de las internas coloradas, y el sector que apoyó a Javier
Zacarías Irún terminó reflejado en la cifra de un 33,57% (279.745 votos).
En
las elecciones generales del 2008, el partido colorado obtuvo una cifra
participativa del orden del 30,63% para la candidatura de su presidenciable en
el esquema total de participación electoral. En el 2003, ganando las elecciones
generales su candidatura presidencial, alcanzó un 37,14% del total de
participación.
Conforme
a los acontecimientos electorales sucedidos se tiene que el índice de
participación en las internas coloradas del 2007 fue del 49,04% y con ello
luego alcanzaron el 30,63% en las generales del país (un orden del 6,51% menos
que en el 2003), ahora -nos referimos a las internas de diciembre del 2012- con
una participación del orden del 45%, inferior a la anterior similar instancia.
se estima que los resultados concretos que pudiera obtener la ANR en las
elecciones generales del 2013 -en votos concretos- debe ser inferior al orden
del 30% del total general de participantes (una deflación del orden menor o
cercana al 6,51%), pues la tendencia histórica es un decrecimiento en su caudal
electoral efectivo (que en el fondo es el voto duro o clientelar que lo han
perdido con su desplazamiento de la estructura burocrática del Estado).
Se
puede agregar que en lo que respecta al Partido Liberal Radical Auténtico, en
lo que atañe a Senadores, en las generales del 2008 obtuvo 2 senadores más con
respecto a las generales del 2003 (es decir de 12 pasaron a 14); en lo que se
refiere a Diputados, el PLRA ganó 7 más que en el 2003 (de 22 pasó a 29) y en
lo que atañe a Gobernadores, el PLRA obtuvo 7 gobernaciones, es decir 2 más que
en el 2003. Como se puede constatar, el constante retroceso en la ganancia de
los cargos electivos por parte de la ANR partido colorado esta en involución,
va cuesta abajo y en un orden cuasi causal.
En cuanto a lo que concierne a los juegos propios de
la contienda electoral en estas generales del 2013-en cuanto declaraciones
públicas difundidas en los diarios del país por Horacio Cartes presidenciable
de la ANR-, y la manipulación psicológica de los electores, en cuanto la
afirmación de que "PARAGUAY ALEGRE
“estuvo en subasta, pero nadie la compró”, y a la par el comentario de que
"el coloradismo está por recibir a miles de afiliados de otros partidos
desilusionados de sus dirigentes", pidiendo a los colorados tenderles un
“puente de oro” porque todos serán bienvenidos a su casa original; podemos
decir, que jamás entro en subasta el cambio de integrantes de la chapa
presidencial del proyecto Paraguay Alegre, pues fueron los oviedistas, a pedido
de la mismísima viuda del malogrado Lino Oviedo, quien inicio las
conversaciones de un pacto político con miras a franquear exitosamente las
elecciones y así vencer al enemigo político en común la ANR; así, entendiendo
bien las cosas, no hubo tal "subasta". En cuanto a que los oviedistas
se integren a la propuesta colorada, está muy lejos de ser realidad por muchas
razones que cualquiera intente enumerarlas, las encontrara a montones; además,
se refleja en la expresión de Horacio Cartes un tanto desesperada en cuanto
deseo profundo, la de evitar la fuga propia nuevamente de votos
"duros" (no tan duros como se vio) de la ANR al UNACE y a la ALIANZA
PARAGUAY ALEGRE (en base al electorado del PLRA) como ya sucedió en elecciones
anteriores.
En la carrera
presidencial, se tiene así, por un lado, a un partido colorado, desde la
oposición llana, con un outsider "millonario" que logro modificar los
estatutos partidarios para franquear la barrera de la militancia y así
imponerse como su candidato; y por el otro, a un partido liberal, desde el poder,
con un experimentado político de sus filas -con dilatada trayectoria en la
gestión pública- como su aspirante oficial a encabezar la primera magistratura
del país.
Que en la reflexión ciudadana no se excluyan los
argumentos desarrollados líneas atrás, sino se pecaría de "irreal".
Así el estado de cosas actual, estas elecciones generales de abril de 2013 en
el Paraguay, podemos augurar, serán la de mayor participación en la historia,
pues los intereses ciudadanos están en su mayor y peligroso juego.
Estas elecciones son las primeras en la historia de
este país bipartidista, en la cual, los dos partidos más importantes competirán
en paridad de fuerzas políticas, la ANR con su impresionante caudal electoral
(en números magros por supuesto) y sus suficientes recursos económicos (de su
principal accionista) pulseándose contra un PLRA, en alza política pujante, y
lo que no es de menos, en la cúspide de su poder histórico, la Presidencia de
la República del Paraguay.
El 21 de abril de 2013, los paraguayos tendrán la opción de elegir entre
volver a un modelo de sociedad pasada de atraso e inequidades, exclusiones y
decisiones delegativas; o elegir seguir adelante en la búsqueda de la
concreción de una sociedad deseada, construida sobre la base de la pluralidad y
la diversidad de intereses y fines ciudadanos, que sea inclusiva, participativa
y deliberativa y mucho más justa.