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lunes, 18 de marzo de 2024

RACIONALIDAD Y RAZONABILIDAD EN LAS DECISIONES POLÍTICAS

 

La racionalidad técnica en el obrar político se refiere a la aplicación de principios y técnicas específicas para lograr objetivos políticos de manera eficiente y efectiva. Los políticos pueden utilizar análisis económicos y modelos matemáticos para formular políticas económicas que maximicen el crecimiento económico, la estabilidad financiera y el empleo.  Algunos ejemplos concretos de acciones políticas fundamentadas en la racionalidad técnica en el ámbito de la planificación económica pueden ser políticas fiscales contracíclicas, es decir, durante períodos de recesión económica, los gobiernos pueden implementar políticas fiscales como recortes de impuestos o aumento del gasto público, con el objetivo de estimular la demanda agregada y promover la recuperación económica. Estas decisiones se basan en análisis económicos y modelos macroeconómicos para determinar el momento y la magnitud de las intervenciones fiscales necesarias. También ajustar tasas de interés, en cuanto que los bancos centrales pueden utilizar la racionalidad técnica al ajustar las tasas de interés para influir en las condiciones económicas, como el crecimiento, la inflación y el desempleo. Por ejemplo, una reducción de las tasas de interés puede estimular la inversión y el consumo, mientras que un aumento puede frenar la inflación. Estas decisiones se basan en análisis económicos detallados y en la evaluación de los indicadores económicos clave. Otro puede ser que el gobierno pueda utilizar la racionalidad técnica al diseñar políticas de comercio exterior que promuevan la competitividad de las industrias nacionales y maximicen los beneficios del comercio internacional. Esto puede incluir la negociación de acuerdos comerciales, la imposición de aranceles selectivos y la implementación de políticas de apoyo a la exportación, todo ello basado en análisis económicos de costos y beneficios. El gobierno puede establecer objetivos de crecimiento económico a largo plazo y diseñar políticas y programas para alcanzarlos. Estos objetivos se basan en proyecciones económicas y análisis de tendencias a largo plazo, y pueden incluir metas específicas en áreas como el empleo, la productividad y la inversión en infraestructura. Otro también puede ser que el gobierno pueda utilizar la racionalidad técnica al diseñar políticas de desarrollo regional que promuevan un crecimiento económico equitativo y sostenible en todo el país. Esto puede incluir la identificación de sectores clave para el desarrollo, la asignación de recursos para infraestructura y capacitación, y la implementación de incentivos fiscales para atraer inversiones a regiones menos desarrolladas. Estas decisiones se basan en análisis económicos y sociales detallados de las necesidades y oportunidades de cada región.

Es innegable, por un lado, que la asignación eficiente de recursos públicos es un ejemplo de racionalidad técnica en el ámbito político. Los políticos pueden utilizar análisis de costos y beneficios para decidir cómo distribuir los fondos públicos en diferentes áreas, como educación, salud, infraestructura, etc., de manera que se maximice el beneficio para la sociedad en su conjunto. Al diseñar políticas públicas, los políticos pueden utilizar enfoques basados en evidencia y datos empíricos para identificar problemas, evaluar diferentes opciones de políticas y prever sus posibles impactos. Los políticos pueden utilizar técnicas de gestión y evaluación de proyectos para implementar programas sociales de manera eficiente, asegurando que los recursos se utilicen de manera efectiva y que los programas alcancen sus objetivos previstos.

Ahora, por otro lado, el político no puede fundamentar su actitud y acciones únicamente en criterios de racionalidad técnica, en detrimento de la razonabilidad en su alcance general, esto implica que no puede limitarse a tomar decisiones basadas únicamente en la eficiencia técnica o en la maximización de objetivos específicos sin considerar los principios éticos, morales y los valores compartidos por la sociedad en su conjunto. La razonabilidad, que implica tener en cuenta los aspectos éticos, morales y sociales más amplios, debe ser un factor determinante en las decisiones políticas, incluso cuando se aplican criterios de racionalidad técnica. Esto garantiza que las acciones políticas sean aceptables desde un punto de vista moral y ético, y que respeten los intereses y valores de la sociedad en su conjunto.

Determinar si las acciones políticas fundamentadas en la racionalidad técnica en el ámbito de la planificación económica son morales depende de varios factores y perspectivas éticas. A modo de ejemplo podemos decir, en primera instancia, que la implementación de políticas fiscales contracíclicas durante períodos de recesión puede considerarse moralmente justificada, ya que busca mitigar el sufrimiento económico de la población al estimular la demanda agregada y promover la recuperación económica. Sin embargo, la moralidad de estas políticas puede ser cuestionada si no se aplican de manera equitativa y transparente, o si generan desequilibrios fiscales a largo plazo que puedan perjudicar a las generaciones futuras. Otro ejemplo podemos decir que, en situaciones de alta inflación, el ajuste de tasas de interés puede ser necesario para controlar los precios y proteger el poder adquisitivo de la moneda. Desde una perspectiva económica, este ajuste puede ser considerado como una medida racional para estabilizar la economía. Sin embargo, la moralidad de estas acciones puede ser cuestionada si causan dificultades económicas significativas para ciertos grupos de la sociedad, como los trabajadores con bajos ingresos o los deudores, o si se aplican de manera injusta o discriminatoria.

Si bien las acciones políticas fundamentadas en la racionalidad técnica pueden ser necesarias para abordar problemas económicos complejos, su amoralidad puede evidenciarse según la inequidad de su aplicación, su impacto a largo plazo en la sociedad y la transparencia en su implementación. Jamás la acción amoral de los políticos puede justificarse mediante argumentos de racionalidad técnica cuando actúan exclusivamente en beneficio de intereses personales o de un grupo específico. Esto significa que no pueden utilizar la racionalidad técnica como una excusa para ignorar consideraciones éticas y morales en sus decisiones políticas, especialmente cuando estas decisiones se toman para favorecer sus propios intereses o los de un círculo cerrado de personas. La racionalidad técnica, que se centra en la eficiencia y la maximización de objetivos específicos, no puede servir como justificación para acciones políticas que van en contra del bienestar general o de los principios éticos y morales aceptados por la sociedad. Cuando los políticos actúan exclusivamente en favor de intereses personales o de clan, en detrimento del interés público y de la justicia social, sus acciones no pueden ser consideradas moralmente aceptables, incluso si argumentan que están actuando de manera racional desde un punto de vista técnico. En el punto más extremo, podemos comentar que, desde una perspectiva moral, las acciones de los políticos que priorizan exclusivamente los intereses políticos de poder y los espacios para sus clanes pueden ser ampliamente condenadas. No pueden centrarse únicamente en sus propios beneficios y los de su grupo, al obrar así, están desatendiendo su responsabilidad de representar y servir a los intereses del pueblo y de la sociedad en su conjunto. Tal enfoque egoísta y autoindulgente puede considerarse moralmente reprobable. Los políticos tienen la responsabilidad ética y moral de servir al bien común y abordar los problemas sociales y ciudadanos urgentes. Al priorizar sus intereses personales y de grupo sobre las necesidades y preocupaciones de la sociedad en general, están incumpliendo esta responsabilidad y traicionando la confianza del electorado. Al concentrar sus esfuerzos en consolidar su poder y privilegios personales o de clan, los políticos pueden contribuir a la perpetuación de desigualdades y agravar las divisiones sociales. Esta falta de equidad y justicia en la distribución de recursos y oportunidades puede ser moralmente inaceptable, ya que socava los principios de igualdad y justicia social. Al desviar la atención de los problemas sociales y ciudadanos urgentes en favor de sus propios intereses políticos, los políticos están ignorando las necesidades reales de la población y perpetuando la injusticia y el sufrimiento de aquellos que más lo necesitan. Esta falta de empatía y preocupación por los menos privilegiados puede ser considerada moralmente condenable.

La diferencia entre racionalidad y razonabilidad en las decisiones políticas es un concepto importante en la teoría política y la filosofía moral. La racionalidad se refiere al proceso de tomar decisiones basadas en una evaluación lógica y objetiva de los medios y fines disponibles. En el contexto político, una decisión se considera racional si está respaldada por una cuidadosa consideración de los datos disponibles, los objetivos deseados y las posibles consecuencias de las acciones. La racionalidad implica la capacidad de calcular y elegir la opción que maximice los objetivos o intereses de manera eficiente. En otras palabras, una decisión política racional se basa en un análisis lógico y objetivo de las circunstancias y opciones disponibles. Por otro lado, la razonabilidad se refiere a la cualidad de una decisión o acción que es aceptable desde un punto de vista moral o ético. La razonabilidad implica considerar los principios éticos, los valores compartidos y las normas sociales al tomar decisiones políticas. Una decisión política se considera razonable si está fundamentada en principios éticos justos y es aceptable para aquellos afectados por ella, incluso si no necesariamente maximiza los intereses individuales o grupales de la manera más eficiente posible. La razonabilidad implica tener en cuenta las preocupaciones éticas y la justicia en la toma de decisiones políticas.

El obrar político debe ser cribado a la luz de la moral y la razonabilidad de su alcance y consecuencias. La racionalidad técnica no puede ser utilizada como una excusa para acciones políticas amorales que buscan satisfacer intereses personales o de grupo, ya que estas acciones deben tener en cuenta consideraciones éticas y morales más amplias para ser moralmente justificadas. Las acciones de los políticos que priorizan exclusivamente los intereses políticos de poder y los espacios para sus clanes, en detrimento de los problemas sociales y ciudadanos generales y urgentes, son un abuso de poder y una traición a la confianza del pueblo, socavan los principios éticos fundamentales de justicia, equidad y servicio público, y socavan la integridad y la legitimidad del sistema político en su conjunto.




jueves, 7 de marzo de 2024

EL ARTE DEL CAMUFLAJE EN UN SLOGAN ELECTORAL


El análisis lingüístico es fundamental para una mayor comprensión del significado de las expresiones lingüísticas, ayuda a comprender cómo las expresiones lingüísticas están influenciadas por el contexto cultural y social en el que se utilizan. Esto puede incluir consideraciones sobre el uso del lenguaje en diferentes comunidades, el impacto de la historia y las tradiciones en el significado de las palabras y expresiones, y las normas sociales que afectan la comunicación verbal. El análisis lingüístico permite examinar la estructura gramatical y semántica de las expresiones lingüísticas para comprender cómo funcionan y cómo contribuyen al significado general de una frase u oración. Esto implica analizar elementos como la sintaxis, la morfología, la semántica y la pragmática para identificar cómo se construyen y se interpretan las expresiones lingüísticas. El análisis lingüístico puede ayudar a comprender la variación lingüística dentro de una lengua, incluidos los dialectos regionales, las diferencias generacionales y las variaciones estilísticas. Esto es importante para entender cómo el significado de una expresión puede variar según el contexto sociolingüístico en el que se utiliza. El análisis lingüístico también puede proporcionar información sobre cómo el significado de las expresiones lingüísticas puede cambiar con el tiempo. Esto puede incluir el estudio de la evolución histórica de las palabras y frases, así como el análisis de cómo ciertas expresiones pueden adquirir nuevos significados o connotaciones en diferentes épocas o contextos culturales.

El uso de las palabras en una frase puede tener varios valores y efectos, dependiendo del contexto, la intención del hablante y la interpretación del receptor. El valor denotativo se refiere al significado literal de las palabras en una frase. Este es el significado básico y directo que se encuentra en un diccionario. Por ejemplo, en la frase "El gato está en la mesa", las palabras "gato", "mesa" y "está" tienen significados denotativos específicos que se refieren a un animal, un objeto y una posición espacial respectivamente. El valor connotativo se refiere a las asociaciones emocionales, culturales o simbólicas que pueden tener las palabras más allá de su significado literal. Por ejemplo, las palabras "hogar" y "casa" pueden tener el mismo significado denotativo, pero pueden evocar diferentes connotaciones emocionales para diferentes personas. El valor eufónico se refiere a la calidad estética del sonido de las palabras en una frase. Algunas palabras pueden sonar más agradables o armoniosas juntas que otras, lo que puede afectar la fluidez y la expresividad de la oración. El valor de énfasis se refiere a cómo ciertas palabras en una frase pueden destacarse para resaltar su importancia o relevancia en el contexto dado. Esto puede lograrse mediante el uso de técnicas como el énfasis fonético, el énfasis sintáctico o el énfasis semántico. El valor de las palabras en una frase también está influenciado por la intención comunicativa del hablante. Las palabras pueden utilizarse para informar, persuadir, emocionar, entretener, etc., y su valor en la frase estará determinado por cómo contribuyen a alcanzar ese objetivo comunicativo específico.

La influencia de la lengua materna en el pensamiento es un tema debatido en la lingüística y la psicología cognitiva. Se ha sugerido que la lengua puede influir en cómo percibimos y procesamos el mundo, aunque es importante tener en cuenta que esta influencia no es determinante y que existen otros factores que también moldean el pensamiento. En el caso de una lengua que se considere no muy desarrollada y con una fuerte base empirista, como lo es el guaraní, es posible que esta lengua tenga estructuras gramaticales y vocabulario que reflejen una concepción del mundo más centrada en la experiencia sensorial y concreta. En general lenguas de este tipo, carecen de una amplia gama de términos abstractos, de allí que se enfocan más en descripciones concretas y detalladas de experiencias sensoriales, en el caso del guaraní tiene un gigantesco potencial de desarrollo, pero eso es todo un proceso social a largo plazo. En general podemos comentar que la gramática y la estructura de una lengua pueden influir en cómo se organizan y se expresan los pensamientos. Por ejemplo, algunas lenguas tienen una estructura gramatical más flexible que permite diferentes formas de ordenar las palabras en una oración, lo que podría afectar cómo se conceptualizan ciertos eventos o relaciones entre objetos.

Hagamos un punto aparte en nuestras reflexiones y enfoquémonos en la situación en que una verdad a medias es una declaración que contiene parte de la verdad pero que omite información relevante o distorsiona los hechos para crear una percepción errónea. Puede ser utilizada intencionalmente para manipular o engañar a alguien, o puede surgir simplemente por falta de conocimiento completo de la situación. Este tipo de comunicación puede ser perjudicial ya que puede llevar a malentendidos, conflictos y desconfianza entre las personas involucradas. Es importante siempre buscar la verdad completa y no conformarse con medias verdades, ya que solo con una comprensión completa de los hechos se pueden tomar decisiones informadas y construir relaciones basadas en la confianza y la transparencia.

La falta de comprensión profunda de frases que generan verdades a medias puede surgir cuando no se expresa explícitamente toda la información relevante o cuando se distorsionan los hechos de manera sutil. Esto puede llevar a malinterpretaciones o a una percepción incompleta de la situación. Por ejemplo, si alguien dice "Juan siempre llega tarde", esto podría ser una verdad a medias si no se menciona que Juan llega tarde porque tiene que cuidar a un familiar enfermo en las mañanas. Sin esta información adicional, la afirmación original podría llevar a la conclusión incorrecta de que Juan es irresponsable o desorganizado, cuando en realidad tiene una razón válida para su comportamiento. Para evitar la falta de comprensión en estos casos, es importante hacer preguntas para obtener más información y contexto, y no dar por sentado que la primera afirmación es completa o precisa. También es útil analizar críticamente la información presentada y considerar si hay alguna omisión o distorsión de los hechos.

La falta de comprensión profunda puede ocurrir cuando las personas no expresan explícitamente las categorías lingüísticas relevantes, como los números o las personas involucradas. Esta omisión puede conducir a verdades a medias o malentendidos. Por ejemplo, si alguien dice "Todos estamos de acuerdo", pero no especifica quiénes son "todos", podría generar confusión sobre quiénes realmente están involucrados en el acuerdo. Es posible que solo una parte del grupo esté de acuerdo, mientras que otros no lo estén. Para abordar esta falta de comprensión, es importante ser claro y específico al comunicarse, utilizando números, pronombres y otras categorías lingüísticas para identificar claramente quiénes están involucrados en la declaración. Además, los receptores deben estar atentos a estos detalles y hacer preguntas para aclarar cualquier ambigüedad. De esta manera, se puede evitar la propagación de verdades a medias y se puede promover una comunicación más precisa y efectiva.

En lenguas como el guaraní, donde la categoría lingüística de "nosotros" puede tener distinciones específicas, la falta de comprensión profunda de frases que generan verdades a medias puede ser aún más pronunciada. En estas situaciones, la omisión de detalles sobre quiénes están incluidos en "nosotros" puede llevar a malentendidos significativos. Por ejemplo, en guaraní, las formas verbales varían dependiendo de si "nosotros" incluye al hablante y al oyente, solo al hablante, o a un grupo que excluye al hablante y al oyente. Si alguien usa una forma verbal que implica inclusión de manera implícita, podría generar confusión si el oyente no está familiarizado con estas distinciones. Para evitar malentendidos en tales casos, es crucial ser explícito sobre quiénes están incluidos en "nosotros" al comunicarse en contextos donde estas distinciones son relevantes. Siempre es útil hacer preguntas para aclarar cualquier ambigüedad y asegurarse de que todas las partes involucradas tengan una comprensión completa de quiénes están hablando. Además, la sensibilidad cultural y lingüística es fundamental para una comunicación efectiva en entornos multiculturales y multilingües.

Buscando asociar lo que venimos desarrollando, contextualizaremos nuestro análisis en el contexto de los slogans electorales. Los slogans electorales ambiguos pueden tener varios resultados pragmáticos, dependiendo del contexto y de cómo sean percibidos por el electorado. Al ser ambiguos, los slogans pueden ser interpretados de diferentes maneras por diferentes grupos de personas. Esto puede generar expectativas divergentes sobre las políticas o acciones que un candidato llevará a cabo una vez en el cargo. Los slogans ambiguos pueden permitir que un candidato se adapte a diferentes audiencias o grupos de votantes. Esto puede ser estratégico para ganar apoyo de una variedad de sectores políticos o sociales, pero también puede ser percibido como falta de sinceridad o falta de compromiso con un conjunto específico de políticas. A pesar de su ambigüedad, los slogans electorales pueden ser fáciles de recordar y difundir. Esto puede ser beneficioso en términos de marketing político, ya que los slogans pegajosos pueden tener un impacto duradero en la mente de los votantes, incluso si no están completamente claros sobre su significado.

La frase “vamos a estar mejor” fue el slogan de campaña electoral del partido político que alcanzó el poder en las elecciones 2023 en el Paraguay.  Un análisis gramatical de la frase "vamos a estar mejor" nos muestra que “vamos” es el verbo "ir" conjugado en primera persona del plural del presente indicativo. En este caso, se utiliza como auxiliar para indicar una acción futura; “a” es una preposición que indica el inicio de una acción o movimiento hacia un lugar o situación. En este caso, introduce la idea de una acción futura; “estar” es el verbo principal de la oración en forma de infinitivo, conjugado en primera persona del plural del futuro simple del indicativo. Indica una situación o estado que ocurrirá en el futuro; “mejor” es un adverbio que modifica al verbo "estar", indicando que la situación o estado en el futuro será más favorable que en el presente.

La frase anterior, que pusimos en primer plano de análisis, lleva un sujeto implícito. Los sujetos implícitos son aquellos que no se mencionan explícitamente en una expresión lingüística, pero que se sobreentienden por el contexto o por la estructura gramatical de la oración. En muchos casos, los sujetos implícitos están determinados por el verbo y su conjugación, así como por el contexto en el que se utiliza la oración. Por ejemplo, en la oración "Hablamos español", el sujeto implícito es "nosotros". Esto se deduce del verbo "hablamos", que está conjugado en primera persona del plural. En este caso, el contexto también puede proporcionar pistas adicionales sobre quién está hablando. Los sujetos implícitos son comunes en muchos idiomas y se utilizan para simplificar la comunicación cuando el sujeto es obvio o ya ha sido mencionado anteriormente en la conversación. Sin embargo, es importante tener en cuenta que la ausencia de un sujeto explícito puede llevar a ambigüedades o malentendidos si el contexto no es claro o si hay múltiples posibilidades para el sujeto implícito.

Es de tener en cuenta que las frases declarativas son un tipo de expresión lingüística que se utiliza para afirmar o negar algo, es decir, para declarar un hecho, una idea o una situación. Estas frases se caracterizan por expresar información objetiva y no incluyen solicitudes, preguntas ni exhortaciones. Por ejemplo “el sol sale por el este”, “María tiene dos hermanos”, “Las montañas son altas”, “el agua hierve a 100 grados Celsius”, “el presidente anunció nuevas medidas económicas”, “la capital de Francia es París”. Estas frases declarativas comunican información de manera objetiva y descriptiva, sin expresar emociones, deseos o mandatos. Son una parte fundamental de la comunicación cotidiana y se utilizan para transmitir hechos o afirmaciones que se consideran verdaderos o falsos.

No podemos dejar de poner en primer plano que el estatus epistemológico de las frases emotivas ante las declarativas se refiere a cómo se perciben y se evalúan estas dos formas de expresión desde el punto de vista del conocimiento y la verdad. Como vimos, las frases declarativas son aquellas que expresan información objetiva o hechos que se consideran verdaderos o falsos en función de la evidencia disponible. Por lo tanto, desde una perspectiva epistemológica, las declarativas se consideran proposiciones que pueden ser evaluadas en términos de su verdad o falsedad. Se espera que las declarativas estén respaldadas por pruebas o evidencia que justifiquen su veracidad. Por otro lado, las frases emotivas, están más relacionadas con las emociones, los sentimientos y las actitudes del hablante. Estas expresiones no se refieren necesariamente a hechos objetivos o verificables, sino más bien a la evaluación subjetiva del hablante sobre una situación o experiencia. Desde una perspectiva epistemológica, las frases emotivas no se evalúan en términos de verdad o falsedad, sino en términos de adecuación emocional o expresividad del hablante.

Confundir una frase declarativa con una emotiva puede tener diversas consecuencias dependiendo del contexto y de la interpretación del receptor. Al confundir una frase declarativa con una emotiva, el receptor puede interpretar incorrectamente la intención del hablante. Esto puede llevar a malentendidos sobre la información comunicada o sobre el propósito de la declaración. Las frases emotivas suelen llevar consigo una carga emocional más fuerte que las declarativas. Si se confunde una frase declarativa con una emotiva, el receptor podría atribuirle una intensidad emocional indebida, lo que podría afectar sus emociones o respuestas emocionales. La confusión entre frases declarativas y emotivas puede afectar la confianza y la credibilidad del hablante. Si el receptor percibe que el hablante está intentando comunicar información de manera emotiva en lugar de objetiva, puede cuestionar la veracidad de lo que se está diciendo. La efectividad de la comunicación puede verse comprometida si el receptor no comprende correctamente la intención del hablante. Si una declaración que se supone que es objetiva se percibe como emocional, puede ser más difícil para el receptor procesar la información de manera racional y tomar decisiones informadas.

Las siguientes frases "te prometo que siempre estaré a tu lado pase lo que pase”, "juro que nunca te decepcionaré", "puedes contar conmigo para apoyarte en todo momento", "te aseguro que haré todo lo posible para cumplir tus sueños", "estoy comprometido a hacer todo lo que esté en mi poder para ayudarte", etc. expresan compromisos y promesas emocionales hacia otra persona. Reflejan la intención del hablante de cumplir con ciertas acciones o comportamientos en el futuro, lo que puede generar confianza y fortalecer los lazos emocionales entre las personas involucradas. En cuanto a las frases de promesas y su valor de verdad, la consecuencia principal de confundir una promesa con una declaración sin intención de cumplirla puede ser la pérdida de confianza y credibilidad en el hablante. Las promesas suelen implicar un compromiso de cumplimiento futuro, y si el hablante no cumple con lo prometido, puede generar desconfianza y resentimiento por parte del receptor. Esto puede afectar las relaciones interpersonales y la percepción del hablante en el futuro. Es importante que las promesas se hagan con sinceridad y que el hablante esté dispuesto a cumplirlas para mantener la confianza y la integridad en la comunicación.

En el guaraní paraguayo, existen distinciones significativas en los pronombres y las formas verbales que expresan el concepto de "nosotros". Dos de estas formas son "oré" y "ñandé". El pronombre “oré” se utiliza para referirse a "nosotros" incluyendo al hablante y a otras personas, pero excluyendo al oyente. Es decir, se utiliza cuando el hablante se identifica con el grupo al que se refiere, pero no incluye al interlocutor en ese grupo.” “Oré oromboé” (“nosotros te enseñamos”), puede ser un ejemplo de su uso, donde el "nosotros" incluye al hablante y a otras personas presentes, pero no al oyente. En cambio, "ñandé" se utiliza para referirse a "nosotros" incluyendo al hablante, al oyente y posiblemente a otras personas. Es un pronombre inclusivo que abarca a todos los presentes en la conversación. Por ejemplo, “ñandé yaguatá” (Nosotros caminamos juntos), incluye tanto al hablante como al oyente y posiblemente a otros. Estas distinciones son importantes y reflejan diferentes niveles de inclusión y exclusión en el discurso. Es esencial comprender estas diferencias para una comunicación efectiva en contextos interlocutivos.  

Si intentáramos traducir la frase castellana “vamos a estar mejor” al guaraní nos encontramos con un dilema, la traducimos por “ñaimeta poravé” o “roimeta poravé”; ambas podrían significar con exactitud la frase castellana. Pero como vemos, el guaraní hace la sutil distinción, de si ella implica una inclusión o exclusión, así que eso nos deja en una situación sin resolver efectivamente, pues al hacerlo de uno u otro modo adoptamos una responsabilidad con el sentido equivalente o no, de la frase original castellana. La convención social académica nos caracteriza como un pueblo bilingüe, de habla castellana y guaraní, en este sentido una mayoritaria población habla el yopará, es decir mezcla las dos lenguas, pero esta mezcla contiene en un porcentaje mayor el guaraní en su mezcla, con agregados castellanos. Un buen trabajo de investigación sería, describir estadísticamente el uso de las frases “ñaimeta poravé” o “roimeta poravé” en los mítines electorales llevados a cabo por los políticos durante sus campañas, nos darían una descripción realista del uso en estos, y así definiríamos mejor si sus expresiones fueron inclusivas (se incluyeron ellos con sus receptores o exclusivas solo ellos y su grupo político dejando de lado al ciudadano común receptor circunstancial de sus expresiones).

El análisis lingüístico es esencial para una comprensión más profunda del significado de las expresiones lingüísticas, ya que permite examinar cómo se construyen, se interpretan y se utilizan estas expresiones en diferentes contextos y situaciones comunicativas. Como comentamos líneas atrás, los slogans electorales ambiguos pueden tener diversos efectos pragmáticos, desde generar expectativas divergentes hasta permitir la adaptación a diferentes audiencias. Sin embargo, también pueden llevar a la desconfianza y la percepción de falta de compromiso. Podemos decir que mientras que las frases declarativas pueden ser evaluadas en términos de su verdad objetiva, las frases emotivas (como la promesa que contiene el slogan) no se consideran necesariamente proposiciones que sean verdaderas o falsas en el sentido epistemológico; pero estas frases emotivas pueden valorarse por su capacidad de transmitir emociones y actitudes del hablante, y su "veracidad" está más relacionada con su autenticidad y sinceridad en la expresión emocional. Pero si entendiésemos el consecuencialismo como un enfoque que se centra en las consecuencias de las acciones a partir de las expresiones, podemos aplicarlo para evaluar el valor de las expresiones emotivas considerando sus efectos resultantes. El valor de las palabras en una frase va más allá de su significado denotativo, incluyendo aspectos como sus connotaciones y su papel en la intención comunicativa del hablante. La frase ambigua y pseudo verdadera del "vamos a estar mejor" expresa la idea de que, en el futuro, la situación será más favorable que en el presente, pero al juzgar las acciones de los que han hecho campaña con tal slogan, la ciudadanía tiene la percepción, de que efectivamente el “vamos a estar mejor” puede ser mejor traducido al guaraní, con la mayor prístina claridad, por el equivalente exclusivo del “oré roimeta poravé”, pues como expresa la biblia “por sus hechos los conoceréis”.



lunes, 19 de febrero de 2024

"DE LO QUE NO SE PUEDE HABLAR, ES MEJOR CALLAR"

                                                                                                   por Dr. Victor Oxley


La frase en alemán “Wovon man nicht sprechen kann, darüber muss man schweigen” suena de los más distante para nosotros (los que no sabemos un ápice el idioma alemán claro), pues por familiaridad fonética tal vez, dicha o escrita en portugués, catalán o italiano nos ilusione con la creencia de que la intuyésemos comprensivamente. En el libro, cuyo título lleva el de "Tractatus Logico-Philosophicus" (publicada en 1921, desarrolla una teoría del lenguaje y la lógica, piedras seminales de los inicios de la moderna filosofía analítica), específicamente en la proposición 7, podemos encontrar tal proferencia, y traducida al castellano resulta en la expresión "De lo que no se puede hablar, es mejor callar", frase que dicha, en la ya lejana época europea de los años 20 del siglo pasado, causó todo un revuelo que se convirtió en una gran revolución intelectual, que hoy categorizamos como el “giro lingüístico” en la Filosofía. De allá a aquí y ahora, tanto discurrió, ríos de tinta se han vertido sobre la onda expansiva de aquella anticipada bomba atómica, pero en la cultura. Ludwig Wittgenstein el autor del libro citado, nació el 26 de abril de 1889 en Viena, Austria, y falleció el 29 de abril de 1951 en Cambridge, Reino Unido, fue un filósofo austriaco-británico de los más influyentes del siglo XX pues ha dejado un profundo impacto, en áreas como la filosofía del lenguaje, la filosofía de la mente y la filosofía de la lógica. La proposición 7 del "Tractatus Logico-Philosophicus" de Wittgenstein, refleja la idea central de la Filosofía del autor, de que hay límites para lo que puede ser significativamente expresado o comprendido mediante el lenguaje humano. A grosso modo, de manera a simplificar nuestras aproximaciones al pensamiento del este gigante de la Filosofía, podemos decir que, para Wittgenstein, lo que puede ser significativamente expresado son los hechos empíricos y las relaciones lógicas entre ellos. Creía que el lenguaje solo podía describir adecuadamente lo que es posible verificar mediante la experiencia sensorial o derivar lógicamente de proposiciones previamente establecidas. De tales supuestos, consideraba que los enunciados sobre la realidad deben estar basados en observaciones concretas y definiciones precisas, y que cualquier afirmación que no cumpla con estos criterios no tiene sentido y debería ser descartada o tratada como una forma de "juego de palabras". Podemos decir que el pensamiento wittgensteniano se enmarca dentro del contexto de su intento por establecer los límites y la estructura del lenguaje y la lógica. Estaba interesado en explorar cómo el lenguaje puede representar adecuadamente la realidad y cómo puede ser utilizado para expresar pensamientos significativos. En esta obra, intentó establecer una teoría formal del lenguaje y del pensamiento que pudiera ayudar a clarificar conceptos filosóficos y resolver problemas de la lógica y la metafísica. La proposición 7 enfatiza la idea de que hay ciertos temas que están más allá de la capacidad del lenguaje humano para describirlos de manera significativa, y que es mejor abstenerse de hablar sobre ellos para evitar caer en confusiones o malentendidos. Resumiendo, podemos connotar que el "Tractatus Logico-Philosophicus" es valioso para la filosofía por su influencia en la lógica, la filosofía del lenguaje y la epistemología, así como por su papel en el desarrollo del pensamiento filosófico del siglo XX. Esta obra seminal, ofreció una visión revolucionaria sobre la relación entre el lenguaje y el mundo, explorando cómo el lenguaje puede representar la realidad y cómo se relaciona con el pensamiento y la lógica. Su enfoque lógico influyó profundamente en la filosofía analítica y en el desarrollo de la lógica formal. En esta obra el autor propuso una teoría del significado que ha sido influyente en la filosofía del lenguaje. Argumentó que el significado de las palabras está determinado por su uso en el contexto de un lenguaje y que entender el significado de una proposición es comprender las condiciones bajo las cuales sería verdadera o falsa. También abordó cuestiones fundamentales sobre la representación del mundo en el lenguaje, planteando la idea de que solo podemos hablar significativamente sobre lo que puede ser representado por hechos empíricos y relaciones lógicas. El "Tractatus" sigue siendo una obra influyente que ha dado forma a la filosofía del siglo XX y continúa generando debates y discusiones en la filosofía contemporánea.

En estos últimos días, nos sorprendió, que en el plano político se haya pronunciado la frase "De lo que no se puede hablar, es mejor callar". [https://www.rdn.com.py/2024/02/14/beto-ovelar-opta-por-no-hablar-de-caso-kattya-gonzalez/; https://www.ultimahora.com/espectaculo-vergonzoso-y-de-alto-riesgo; https://www.abc.com.py/politica/2024/02/16/beto-ovelar-rompe-el-silencio-me-opuse-a-la-destitucion-de-kattya-pero-tuve-que-acatar/ ]. Hecha en tal ámbito, nos llamó más que poderosamente la atención. Buscando contextualizar tal cita, y haciendo nuestro mejor esfuerzo por comprenderla significativamente, hemos agotado las energías que se han disipado sin pena ni gloria. La retórica persuasiva y la oratoria disuasiva del hablar político, cimentada sobre el uso de argumentos emocionales, utilizando eufemismos para suavizar o disfrazar términos con connotaciones fuertes, por ejemplo, en lugar de hablar de "aumento de impuestos", referirse a ello como "ajuste fiscal" o "reorganización tributaria", les permite hablar sin ceñirse a la realidad.

Por un lado, como referimos párrafos atrás, la labor gigantesca y los alcances profundos de esta del trabajo de Ludwig Wittgenstein son innegables a estas alturas de la evolución. Por si fuera poco lo señalado, también podemos acotar que en su obra "Tractatus Logico-Philosophicus", Wittgenstein analiza la estructura lógica del lenguaje y la relación entre las proposiciones, argumentó que el lenguaje tiene una estructura lógica intrínseca, y que la comprensión del significado de las proposiciones implica entender su relación con otras proposiciones dentro de un sistema lógico más amplio, su enfoque en la claridad y la precisión del lenguaje tiene implicaciones para el razonamiento válido y las inferencias lógicas. Gracias a estos aportes, y sus innovaciones en la notación simbólica en la lógica. hoy día nos resulta fácil y comprensible, escribir formalizaciones a partir del lenguaje coloquial para analizar el valor de las expresiones.  La proposición 7 del "Tractatus Logico-Philosophicus" de Wittgenstein puede ser formalizada bajo la ley inferencial del Modus Ponens de la siguiente manera, sea: S(x): "x es un tema del cual no se puede hablar". C(x): "x es un tema sobre el cual es mejor callar". Entonces, la proposición se puede formalizar como: x (S(x) → C(x)). Esta formalización expresa la idea de que para todo tema del cual no se puede hablar, es mejor callar sobre ese tema, y así la expresión coloquial adquiere forma tautológica.

Por otro lado, y para ir cerrando estas reflexiones, podemos comentar que las falacias lógicas son argumentos engañosos o incorrectos que pueden persuadir a la audiencia sin basarse en evidencia sólida. Es común que los políticos abusen de falacias como el ataque personal, la generalización apresurada o el argumento de autoridad para desviar la atención de los problemas reales o para respaldar sus propias agendas. El uso de palabras generales y vagas que carecen de detalles concretos o compromisos específicos, son una característica del lenguaje político, estrategias que ponen en marcha para evitar responder directamente a preguntas difíciles o incómodas, desviando la atención hacia otro tema o los lleva a simular responder lo requerido con generalidades que no abordan el punto central del tema. Los políticos citan fragmentos de discursos, entrevistas o escritos fuera de contexto para hacer que parezcan decir algo diferente de lo que realmente quisieron expresar. Esto implica la omisión de partes del discurso que proporcionarían el contexto adecuado o la selección de citas que apoyen su narrativa mientras ignoran aquellas que la contradicen, muchas veces repiten una declaración falsa o engañosa varias veces en diferentes contextos para que parezca más creíble, aunque carezca de fundamento. La repetición constante puede hacer que la falsedad parezca verdadera para algunas personas, especialmente si no tienen acceso a información adicional o contextos alternativos. Los políticos explotan al máximo la ambigüedad o la vaguedad en su lenguaje para crear vacíos referenciales que permitan múltiples interpretaciones. Estos vacíos pueden ser utilizados para dar lugar a malentendidos o para permitir que los políticos nieguen sus declaraciones o las interpreten de manera conveniente según la situación. “Como decía un gran pensador” (un gran hombre, un connotado intelectual etc.), suelen proferír, y al hacerlo citan a expertos o fuentes de autoridad sin proporcionar el contexto adecuado o distorsionando sus opiniones, así buscan tratar de validar sus afirmaciones o justificar sus acciones de manera engañosa. Esto puede hacer que parezca que su posición está respaldada por expertos cuando en realidad no es así.

Las resonancias del pensamiento profundo wittgenesteniano, que me ha resultado imposible de dejar de asociar a las palabras del político en “uso” de ellas (o mejor dicho en “mención” de ellas), ha sido el catalizador del esfuerzo por entenderlas significativamente en cuanto valor referencial y su denotación a la realidad que pretende referir, más todo ello termina en el vacuum (vacío), pues ha sido una maniobra flatus vocis (soplo de palabra) al dedillo para salir del apuro de turno. 

Existe un aforismo que reza, “Semper poenitet me locutum esse, numquam tacuisse" (siempre me he arrepentido de haber hablado, pero jamás de haber callado), que algunos hacen propias de Epicuro y otros al romano Publio Siro, refleja la prudencia en el habla y la moderación en la expresión de opiniones, valores que se desprenden pragmáticamente de un hábito inexistente en la política.


viernes, 15 de diciembre de 2023

REFLEXIONES SOBRE LA REPRESENTACIÓN POLÍTICA

La tiranía de las mayorías es un concepto que se refiere a la posibilidad de que una mayoría en un sistema democrático abuse de sus poderes para imponer sus preferencias y decisiones sobre la minoría, a expensas de sus derechos e intereses, así las mayorías pueden ejercer su poder de manera opresiva. Si bien la democracia, implica la toma de decisiones basada en la voluntad de la mayoría, una mayoría abrumadora, puede marginar e ignorar por completo a las minorías. Con estas acciones se da lugar a políticas y decisiones que no reflejan la diversidad de opiniones y perspectivas. Así el principio de mayoría choca con la protección de los derechos individuales. En una sociedad justa, los derechos fundamentales de las personas deben ser respetados, incluso si la mayoría no está de acuerdo con ellos. La tiranía de las mayorías lleva a la discriminación y la marginación. Si la mayoría decide discriminar a un grupo específico, ya sea por motivos étnicos, religiosos, de género, o por lo que fuese, va en contra de los principios de igualdad y justicia. 

En la teoría política podemos rescatar la idea de que un sistema electoral que garantice una representación proporcional puede ayudar a abordar la tiranía de las mayorías. Esto significa que los diferentes grupos de la sociedad están representados en proporción a su tamaño, lo que ayuda a evitar que una mayoría abrumadora monopolice el poder. La participación representativa a través de partidos políticos puede ser una forma efectiva de organizar y canalizar la diversidad de intereses ciudadanos en un sistema político. Sin embargo, es importante señalar que la equidad en la representación no siempre está garantizada únicamente por la existencia de partidos políticos. La efectividad del sistema depende de diversos factores. Cuando el sistema político esta dominado por uno o unos pocos partidos, queda limitada la diversidad de opiniones y opciones políticas. Así estos partidos dominantes pueden no representar de manera precisa todos los intereses de la sociedad. Y si le agregamos la corrupción y la falta de transparencia en estos partidos políticos, indefectiblemente se erosionan la confianza de los ciudadanos en el sistema. La percepción de que los partidos sirven a intereses particulares en lugar de los ciudadanos socava la legitimidad del sistema. 

El uso de criterios de distribución estadística puede ser parte de la base para diseñar sistemas de representación política, especialmente en el contexto de sistemas electorales y asignación de escaños. Sin embargo, la representación política es un concepto más amplio y complejo que implica no solo la distribución matemática de representantes, sino también la relación entre representantes y representados, la capacidad de expresar preferencias y la toma de decisiones en nombre de los ciudadanos. Aplicar exclusivamente el criterio de distribución estadística para lograr una representación política en el parlamento puede conllevar varios problemas, pues un énfasis exclusivo en la distribución estadística resulta en la elección de representantes que, aunque reflejen la proporción de votos, pueden no estar conectados de manera efectiva con los problemas y las necesidades específicas de sus electores. Esto debilita la legitimidad de los representantes. También está la cuestión de que, al centrarse únicamente en la distribución estadística, da lugar a una falta de representación de áreas geográficas específicas, especialmente en sistemas electorales proporcionales donde los representantes pueden provenir de listas partidarias nacionales (como en el caso nuestro para las elecciones de Senadores). Un enfoque exclusivamente estadístico puede no abordar adecuadamente la representación de minorías étnicas, religiosas o de otro tipo. Las minorías podrían quedar subrepresentadas, en el caso paraguayo nuestro sistema electoral no incluye medidas específicas para garantizar su inclusión. En sistemas de representación por distritos, como el nuestro, la distribución estadística se ve alterada por la manipulación de electores en ellos, con el objetivo de lograr una ventaja política. Esto distorsiona la representación y afecta la equidad en la distribución de escaños. Un énfasis excesivo en la distribución estadística limita la diversidad de candidatos, pues esto hace que los partidos prioricen la colocación de candidatos en función de su capacidad para ganar votos en lugar de representar la diversidad de la sociedad. Un enfoque exclusivamente estadístico puede pasar por alto la calidad de la representación en términos de la rendición de cuentas, la participación ciudadana y la capacidad de los representantes para abordar los problemas y desafíos de manera efectiva. 

La estabilidad política asociada con un solo partido que domina los escaños en un parlamento se ve afectada por varios factores y tiene consecuencias negativas. Un monopolio de poder en manos de un solo partido lleva a la falta de control y contrapesos. La falta de una oposición significativa da lugar a decisiones unilaterales y autoritarias. Un parlamento dominado por un solo partido es percibido como no representativo de la diversidad de opiniones en la sociedad. Esto lleva a la deslegitimación del gobierno, pues se dan exclusiones significativas. La ausencia de una oposición significativa limita el debate político y la consideración de diversas perspectivas en la toma de decisiones. La concentración excesiva de poder en un solo partido conlleva al abuso de poder y corrupción, ya que no hay un sistema efectivo de control y equilibrio para supervisar las acciones del gobierno. Mientras que un solo partido que domina el parlamento, en teoría puede proporcionar ciertos beneficios en términos de toma de decisiones eficiente y gobernabilidad, también trae consigo los riesgos significativos en términos de falta de representación, control y equilibrio. La estabilidad política en este contexto es superficial y plantea constantemente o de raíz, su legitimidad, la diversidad y la rendición de cuentas democráticas. 

La eficacia de un criterio de proporcionalidad estadística para obtener un escaño en el parlamento depende de varios factores y puede ser objeto de señalamientos. Así la proporcionalidad como criterio exclusivo lleva a una desconexión entre los representantes y los representados, ya que los votantes observan como sus representantes no están abordando efectivamente sus preocupaciones locales o específicas. En sistemas proporcionales como el nuestro, donde los escaños se asignan a partidos y no a candidatos individuales, los votantes tienen menos influencia directa en la elección de representantes específicos, lo que afecta la rendición de cuentas individual. En sistemas de representación proporcional en los que los escaños se asignan a partidos y no a candidatos específicos, como en el nuestro que en instancia final es de lista cerrada, los candidatos pueden sentirse menos vinculados a la responsabilidad individual frente a sus electores. Esto es así pues cuando los votantes eligen un partido en lugar de un candidato específico, los candidatos en una lista cerrada sienten que su elección y desempeño no están directamente vinculados a su propia acción y servicio a los electores. Esto debilita la responsabilidad individual. La falta de una conexión directa entre los candidatos y los votantes hace que los representantes se sientan menos responsables ante los ciudadanos. En sistemas proporcionales como el nuestro, los votantes no eligen a un representante específico, sino a un partido, lo que dificulta el establecimiento de una relación individualizada. 

Los candidatos en sistemas de listas cerradas dependen en gran medida del respaldo y la posición del partido para obtener un escaño. Esto lleva a que la lealtad y la rendición de cuentas estén más orientadas hacia el partido que hacia los votantes individuales. Los representantes en sistemas como el nuestro, fundan su actuar político en la idea de que su posición dentro del partido es la que determina su éxito y no a su desempeño individual o a la satisfacción de los electores. Sin un vínculo claro entre el votante y el representante individual, la rendición de cuentas se vuelve menos efectiva. Los votantes tienen dificultades para responsabilizar directamente a un candidato por sus acciones o decisiones. En sistemas de representación proporcional con listas cerradas, los candidatos son seleccionados y ordenados en las listas partidarias, y la asignación de escaños se basa principalmente en el rendimiento electoral del partido en su conjunto. Así los votantes eligen un partido y no a un candidato específico. Esto hace que la relación entre los votantes y los representantes sea más indirecta y centrada en el partido. La posición de un candidato en la lista partidaria determina si obtendrá un escaño, y esta posición está determinada por el partido. Los candidatos no son necesariamente electos en función de sus méritos individuales, sino en función de su lugar en la lista. Los parlamentarios de un partido electo en estas condiciones sienten la presión de seguir la línea del partido en lugar de representar de manera independiente las opiniones de sus electores. La disciplina partidaria limita la autonomía individual. 

A estas alturas de la reflexión me asalta una idea, la de que a símil estadístico ¿un parlamentario electo es una muestra significativa que representa las preferencias de los votantes? Podría decirse que la representación parlamentaria se basa en el principio de que los parlamentarios electos reflejan, en cierta medida, las preferencias de los votantes que participaron en las elecciones. Cada parlamentario electo puede considerarse una "muestra" en el sentido de que representa a un grupo más amplio de votantes que comparten preferencias similares. Al igual que una muestra en estadística, un parlamentario electo se considera representativo de un conjunto más amplio de votantes. Se supone que su elección refleja las preferencias de aquellos que participaron en el proceso electoral. Así como en estadística se utiliza una muestra para hacer inferencias sobre una población más grande, la elección de parlamentarios se interpreta como una forma de extrapolar las preferencias políticas de los votantes a nivel nacional o regional. Otra pregunta que nos planteamos relacionada con la anterior es, mirando desde el punto de vista estadístico proporcional ¿la preferencia política de un parlamentario electo coincide con las de sus votantes? Desde un punto de vista estadístico, la coincidencia entre las preferencias políticas de un parlamentario electo y las de sus votantes no se puede asumir de manera automática o universal. Aunque un parlamentario es elegido para representar a un distrito o circunscripción específica, puede haber una diversidad significativa de preferencias políticas dentro de esa área. No todos los votantes tendrán las mismas preferencias. En sistema como el nuestro, los candidatos son miembros de partidos políticos y, por lo tanto, están vinculados a las plataformas y políticas de sus respectivos partidos. La preferencia del parlamentario se alinea más con la plataforma del partido que con las preferencias individuales de los votantes. Los parlamentarios están sujetos a la disciplina partidaria, están obligados a votar de acuerdo con la línea del partido, esto afecta la percepción de cómo representan las preferencias individuales de los votantes. 

El día martes 12 de diciembre, “Los senadores de la bancada oficialista del movimiento Honor Colorado y aliados aprobaron el proyecto de ley que crea la superintendencia de jubilaciones y pensiones, en una apresurada sesión extraordinaria” se leía en el Diario Última Hora. Al día siguiente, miércoles 13 de diciembre, en el diario ABC Color leíamos la noticia que “La Cámara de Diputados sancionó en tan solo 10 minutos la Ley de Superintendencia de Jubilaciones y Pensiones”, esta ley fue aprobada en tiempo record, con muchos puntos nada claros, sin mucha discusión y mucho menos difusión e información. “Una mayoría, compuesta por 42 diputados, avasalló el reglamento interno y dentro de una sesión extraordinaria, salteó toda convención y se llamó a cuarto intermedio para que otra sesión –tras dos fallidas– trate exclusivamente la cuestionada ley, lo cual se dio en ausencia de la oposición y la disidencia colorada” (Diario Última Hora. La cuestionada ley desgastó a HC que avasalló el reglamento. Diciembre 14, 2023) 

La tiranía de las mayorías se ve reflejada en las acciones corporativas del grupo de representantes del partido político en el poder en el Congreso. La representación que estos asumen les viene como producto de un sistema político hecho a medida a lo largo de estos años, y digo no de transición democrática sino de democracia transitoria que nos traga crudos. Los intereses que representan son los intereses corporativos que ponen en vigencia a través de sus acciones, las cuales sienten eximidas de responsabilidad personal cobijados al calor del anonimato que les confiere el propio sistema electoral, que bajo miopía cuasi ciega, instituye un mecanismo técnico propio de la estadística pura olvidándose que tal modelo tiene como referencias a seres humanos y no la simple manipulación de números, listas y cargos como resultado de los fríos algoritmos que lo calculan. En Paraguay, estamos en las instancias, no de una crisis de la representación, sino ante la singularidad de un agujero negro llamado sistema político que lo engluye todo, me atrevo a decirlo de esta manera, a pesar de que las leyes y los dominios de la física podrían no ser ciertos en estos páramos.