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viernes, 15 de diciembre de 2023

REFLEXIONES SOBRE LA REPRESENTACIÓN POLÍTICA

La tiranía de las mayorías es un concepto que se refiere a la posibilidad de que una mayoría en un sistema democrático abuse de sus poderes para imponer sus preferencias y decisiones sobre la minoría, a expensas de sus derechos e intereses, así las mayorías pueden ejercer su poder de manera opresiva. Si bien la democracia, implica la toma de decisiones basada en la voluntad de la mayoría, una mayoría abrumadora, puede marginar e ignorar por completo a las minorías. Con estas acciones se da lugar a políticas y decisiones que no reflejan la diversidad de opiniones y perspectivas. Así el principio de mayoría choca con la protección de los derechos individuales. En una sociedad justa, los derechos fundamentales de las personas deben ser respetados, incluso si la mayoría no está de acuerdo con ellos. La tiranía de las mayorías lleva a la discriminación y la marginación. Si la mayoría decide discriminar a un grupo específico, ya sea por motivos étnicos, religiosos, de género, o por lo que fuese, va en contra de los principios de igualdad y justicia. 

En la teoría política podemos rescatar la idea de que un sistema electoral que garantice una representación proporcional puede ayudar a abordar la tiranía de las mayorías. Esto significa que los diferentes grupos de la sociedad están representados en proporción a su tamaño, lo que ayuda a evitar que una mayoría abrumadora monopolice el poder. La participación representativa a través de partidos políticos puede ser una forma efectiva de organizar y canalizar la diversidad de intereses ciudadanos en un sistema político. Sin embargo, es importante señalar que la equidad en la representación no siempre está garantizada únicamente por la existencia de partidos políticos. La efectividad del sistema depende de diversos factores. Cuando el sistema político esta dominado por uno o unos pocos partidos, queda limitada la diversidad de opiniones y opciones políticas. Así estos partidos dominantes pueden no representar de manera precisa todos los intereses de la sociedad. Y si le agregamos la corrupción y la falta de transparencia en estos partidos políticos, indefectiblemente se erosionan la confianza de los ciudadanos en el sistema. La percepción de que los partidos sirven a intereses particulares en lugar de los ciudadanos socava la legitimidad del sistema. 

El uso de criterios de distribución estadística puede ser parte de la base para diseñar sistemas de representación política, especialmente en el contexto de sistemas electorales y asignación de escaños. Sin embargo, la representación política es un concepto más amplio y complejo que implica no solo la distribución matemática de representantes, sino también la relación entre representantes y representados, la capacidad de expresar preferencias y la toma de decisiones en nombre de los ciudadanos. Aplicar exclusivamente el criterio de distribución estadística para lograr una representación política en el parlamento puede conllevar varios problemas, pues un énfasis exclusivo en la distribución estadística resulta en la elección de representantes que, aunque reflejen la proporción de votos, pueden no estar conectados de manera efectiva con los problemas y las necesidades específicas de sus electores. Esto debilita la legitimidad de los representantes. También está la cuestión de que, al centrarse únicamente en la distribución estadística, da lugar a una falta de representación de áreas geográficas específicas, especialmente en sistemas electorales proporcionales donde los representantes pueden provenir de listas partidarias nacionales (como en el caso nuestro para las elecciones de Senadores). Un enfoque exclusivamente estadístico puede no abordar adecuadamente la representación de minorías étnicas, religiosas o de otro tipo. Las minorías podrían quedar subrepresentadas, en el caso paraguayo nuestro sistema electoral no incluye medidas específicas para garantizar su inclusión. En sistemas de representación por distritos, como el nuestro, la distribución estadística se ve alterada por la manipulación de electores en ellos, con el objetivo de lograr una ventaja política. Esto distorsiona la representación y afecta la equidad en la distribución de escaños. Un énfasis excesivo en la distribución estadística limita la diversidad de candidatos, pues esto hace que los partidos prioricen la colocación de candidatos en función de su capacidad para ganar votos en lugar de representar la diversidad de la sociedad. Un enfoque exclusivamente estadístico puede pasar por alto la calidad de la representación en términos de la rendición de cuentas, la participación ciudadana y la capacidad de los representantes para abordar los problemas y desafíos de manera efectiva. 

La estabilidad política asociada con un solo partido que domina los escaños en un parlamento se ve afectada por varios factores y tiene consecuencias negativas. Un monopolio de poder en manos de un solo partido lleva a la falta de control y contrapesos. La falta de una oposición significativa da lugar a decisiones unilaterales y autoritarias. Un parlamento dominado por un solo partido es percibido como no representativo de la diversidad de opiniones en la sociedad. Esto lleva a la deslegitimación del gobierno, pues se dan exclusiones significativas. La ausencia de una oposición significativa limita el debate político y la consideración de diversas perspectivas en la toma de decisiones. La concentración excesiva de poder en un solo partido conlleva al abuso de poder y corrupción, ya que no hay un sistema efectivo de control y equilibrio para supervisar las acciones del gobierno. Mientras que un solo partido que domina el parlamento, en teoría puede proporcionar ciertos beneficios en términos de toma de decisiones eficiente y gobernabilidad, también trae consigo los riesgos significativos en términos de falta de representación, control y equilibrio. La estabilidad política en este contexto es superficial y plantea constantemente o de raíz, su legitimidad, la diversidad y la rendición de cuentas democráticas. 

La eficacia de un criterio de proporcionalidad estadística para obtener un escaño en el parlamento depende de varios factores y puede ser objeto de señalamientos. Así la proporcionalidad como criterio exclusivo lleva a una desconexión entre los representantes y los representados, ya que los votantes observan como sus representantes no están abordando efectivamente sus preocupaciones locales o específicas. En sistemas proporcionales como el nuestro, donde los escaños se asignan a partidos y no a candidatos individuales, los votantes tienen menos influencia directa en la elección de representantes específicos, lo que afecta la rendición de cuentas individual. En sistemas de representación proporcional en los que los escaños se asignan a partidos y no a candidatos específicos, como en el nuestro que en instancia final es de lista cerrada, los candidatos pueden sentirse menos vinculados a la responsabilidad individual frente a sus electores. Esto es así pues cuando los votantes eligen un partido en lugar de un candidato específico, los candidatos en una lista cerrada sienten que su elección y desempeño no están directamente vinculados a su propia acción y servicio a los electores. Esto debilita la responsabilidad individual. La falta de una conexión directa entre los candidatos y los votantes hace que los representantes se sientan menos responsables ante los ciudadanos. En sistemas proporcionales como el nuestro, los votantes no eligen a un representante específico, sino a un partido, lo que dificulta el establecimiento de una relación individualizada. 

Los candidatos en sistemas de listas cerradas dependen en gran medida del respaldo y la posición del partido para obtener un escaño. Esto lleva a que la lealtad y la rendición de cuentas estén más orientadas hacia el partido que hacia los votantes individuales. Los representantes en sistemas como el nuestro, fundan su actuar político en la idea de que su posición dentro del partido es la que determina su éxito y no a su desempeño individual o a la satisfacción de los electores. Sin un vínculo claro entre el votante y el representante individual, la rendición de cuentas se vuelve menos efectiva. Los votantes tienen dificultades para responsabilizar directamente a un candidato por sus acciones o decisiones. En sistemas de representación proporcional con listas cerradas, los candidatos son seleccionados y ordenados en las listas partidarias, y la asignación de escaños se basa principalmente en el rendimiento electoral del partido en su conjunto. Así los votantes eligen un partido y no a un candidato específico. Esto hace que la relación entre los votantes y los representantes sea más indirecta y centrada en el partido. La posición de un candidato en la lista partidaria determina si obtendrá un escaño, y esta posición está determinada por el partido. Los candidatos no son necesariamente electos en función de sus méritos individuales, sino en función de su lugar en la lista. Los parlamentarios de un partido electo en estas condiciones sienten la presión de seguir la línea del partido en lugar de representar de manera independiente las opiniones de sus electores. La disciplina partidaria limita la autonomía individual. 

A estas alturas de la reflexión me asalta una idea, la de que a símil estadístico ¿un parlamentario electo es una muestra significativa que representa las preferencias de los votantes? Podría decirse que la representación parlamentaria se basa en el principio de que los parlamentarios electos reflejan, en cierta medida, las preferencias de los votantes que participaron en las elecciones. Cada parlamentario electo puede considerarse una "muestra" en el sentido de que representa a un grupo más amplio de votantes que comparten preferencias similares. Al igual que una muestra en estadística, un parlamentario electo se considera representativo de un conjunto más amplio de votantes. Se supone que su elección refleja las preferencias de aquellos que participaron en el proceso electoral. Así como en estadística se utiliza una muestra para hacer inferencias sobre una población más grande, la elección de parlamentarios se interpreta como una forma de extrapolar las preferencias políticas de los votantes a nivel nacional o regional. Otra pregunta que nos planteamos relacionada con la anterior es, mirando desde el punto de vista estadístico proporcional ¿la preferencia política de un parlamentario electo coincide con las de sus votantes? Desde un punto de vista estadístico, la coincidencia entre las preferencias políticas de un parlamentario electo y las de sus votantes no se puede asumir de manera automática o universal. Aunque un parlamentario es elegido para representar a un distrito o circunscripción específica, puede haber una diversidad significativa de preferencias políticas dentro de esa área. No todos los votantes tendrán las mismas preferencias. En sistema como el nuestro, los candidatos son miembros de partidos políticos y, por lo tanto, están vinculados a las plataformas y políticas de sus respectivos partidos. La preferencia del parlamentario se alinea más con la plataforma del partido que con las preferencias individuales de los votantes. Los parlamentarios están sujetos a la disciplina partidaria, están obligados a votar de acuerdo con la línea del partido, esto afecta la percepción de cómo representan las preferencias individuales de los votantes. 

El día martes 12 de diciembre, “Los senadores de la bancada oficialista del movimiento Honor Colorado y aliados aprobaron el proyecto de ley que crea la superintendencia de jubilaciones y pensiones, en una apresurada sesión extraordinaria” se leía en el Diario Última Hora. Al día siguiente, miércoles 13 de diciembre, en el diario ABC Color leíamos la noticia que “La Cámara de Diputados sancionó en tan solo 10 minutos la Ley de Superintendencia de Jubilaciones y Pensiones”, esta ley fue aprobada en tiempo record, con muchos puntos nada claros, sin mucha discusión y mucho menos difusión e información. “Una mayoría, compuesta por 42 diputados, avasalló el reglamento interno y dentro de una sesión extraordinaria, salteó toda convención y se llamó a cuarto intermedio para que otra sesión –tras dos fallidas– trate exclusivamente la cuestionada ley, lo cual se dio en ausencia de la oposición y la disidencia colorada” (Diario Última Hora. La cuestionada ley desgastó a HC que avasalló el reglamento. Diciembre 14, 2023) 

La tiranía de las mayorías se ve reflejada en las acciones corporativas del grupo de representantes del partido político en el poder en el Congreso. La representación que estos asumen les viene como producto de un sistema político hecho a medida a lo largo de estos años, y digo no de transición democrática sino de democracia transitoria que nos traga crudos. Los intereses que representan son los intereses corporativos que ponen en vigencia a través de sus acciones, las cuales sienten eximidas de responsabilidad personal cobijados al calor del anonimato que les confiere el propio sistema electoral, que bajo miopía cuasi ciega, instituye un mecanismo técnico propio de la estadística pura olvidándose que tal modelo tiene como referencias a seres humanos y no la simple manipulación de números, listas y cargos como resultado de los fríos algoritmos que lo calculan. En Paraguay, estamos en las instancias, no de una crisis de la representación, sino ante la singularidad de un agujero negro llamado sistema político que lo engluye todo, me atrevo a decirlo de esta manera, a pesar de que las leyes y los dominios de la física podrían no ser ciertos en estos páramos.

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