martes, 23 de julio de 2024

EL CIUDADANO Y EL ECONOMISTA ANTE LA INFLACIÒN: O LA CARNE Y LOS HUESOS SE CONVIERTEN EN EL HOMO ECONOMICUS PARADIGMA DE LA ELECCIÓN RACIONAL O EL ECONOMISTA HUMANIZA PONIENDOLE CARNE Y HUESOS A SUS RECETAS ANTE LA CRISIS

                                                                              Por Dr. Victor M. Oxley

 Para abordar la inflación, el Banco Central toma varias medidas, entre estas, por ejemplo, una política monetaria restrictiva, es decir aumenta las tasas de interés, esto encarecerá los préstamos y desincentivará el gasto y la inversión, reduciendo la demanda agregada. También buscará reducir la oferta monetaria, podría ser a través de la venta de bonos del gobierno o aumentando los requisitos de reservas para los bancos, disminuyendo así la cantidad de dinero en circulación. De seguro intervendrá en el mercado de divisas, comprando o vendiendo divisas para estabilizar la moneda local y controlar la inflación importada. Y debería de hacer comunicaciones claras y manejar las expectativas, utilizando declaraciones y publicaciones para influir en las expectativas inflacionarias de los agentes económicos.

Así, de seguro manejará su política fiscal, reduciendo el gasto público para disminuir la demanda agregada, junto con acciones que aumenten impuestos, lo que reduciría el ingreso disponible y, por ende, el consumo. También buscará la regulación de precios y salarios, aunque puede tener efectos secundarios adversos a largo plazo, en el corto plazo puede ayudar a controlar la inflación. Implementara subsidios y controles de precios en bienes esenciales, para mitigar el impacto en los sectores más vulnerables de la sociedad.

Los economistas clásicos, toman por sentado que el ciudadano común toma decisiones que maximizan su utilidad personal en respuesta a las medidas del Banco Central y del Estado. Lo que es lo mismo decir que, según estos, los ciudadanos ajustaran su consumo, reduciendo gastos no esenciales y buscando productos sustitutos más económicos. Están seguros que los ciudadanos se anticiparán a que los precios sigan subiendo, adelantando la compra de bienes duraderos que necesitarán en el futuro, como electrodomésticos o ropa. Comprarán y almacenaran productos no perecederos cuando están en oferta para evitar pagar precios más altos más adelante. Los economistas dan por sentado que los ciudadanos considerarán invertir en activos que tienden a mantener su valor durante la inflación, como bienes raíces, oro, o acciones. Si es posible, ahorrara en monedas más estables que la moneda local.

Están seguros que los ciudadanos ahorraran más ante el aumento de las tasas de interés, pues estos verán claramente que deberían ahorrar más para beneficiarse de los rendimientos más altos. Serán cautelosos al tomar préstamos, especialmente si las tasas de interés son altas o variables. Si ya tiene deudas, considerara la consolidación de deudas a una tasa de interés más baja para facilitar el manejo del reembolso. Se mantendrá informado sobre la situación económica y las previsiones inflacionarias para tomar decisiones más informadas. Consultara con un asesor financiero para obtener consejos personalizados y estrategias de inversión. Evaluará y ajustará sus metas financieras a largo plazo, teniendo en cuenta el impacto de la inflación. Se asegurará de tener un fondo de emergencia adecuado para cubrir gastos inesperados sin recurrir a préstamos costosos. Los economistas esperan que los ciudadanos inviertan prudentemente, optando por inversiones que protejan su valor frente a la inflación, como bienes raíces o activos indexados a la inflación. Los economistas están seguros que los ciudadanos implementaran medidas para reducir el consumo de energía en el hogar, lo que puede ayudar a reducir las facturas y liberar más dinero para otros gastos. Buscarán oportunidades de ingresos adicionales, como trabajos a tiempo parcial o freelance. Iniciarán un pequeño negocio o vender productos o servicios en su tiempo libre para aumentar sus ingresos. Serán flexibles y estarán dispuestos a adaptar su estilo de vida y hábitos de consumo en respuesta a la evolución de la inflación.

Ahora, si miramos la situación desde los zapatos del ciudadano común ante la crisis inflacionaria, es muy diferente su actuar ante lo supuesto y lo dado por el modelo de elección racional del economista.

Un ciudadano común, utilizando su sentido común, valga la redundancia, adoptara varias estrategias para enfrentar la inflación. Estas estrategias son intuitivas y buscan proteger por sobre todo su poder adquisitivo y estabilidad financiera. De seguro ajustara su presupuesto recortando gastos innecesarios.

La psicología del comportamiento ha demostrado que las personas por lo común reaccionaran fuertemente a las pérdidas que a las ganancias. En una situación inflacionaria, las personas toman decisiones impulsivas para evitar la pérdida de poder adquisitivo, como compras de pánico o venta apresurada de activos. Ante la incertidumbre, las personas pueden preferir mantener su situación actual y evitar tomar decisiones, incluso si cambiar sería más racional. Las decisiones de los individuos se basan en experiencias recientes en lugar de información objetiva y racional. Si han experimentado inflación alta, pueden anticipar que continuará y ajustar su comportamiento en consecuencia. El estrés y la ansiedad provocados por la inflación lleva a decisiones menos racionales y más emocionales, como gastos impulsivos o inversiones arriesgadas.

Por si estos males de por si no fueran suficientes, en tiempos de crisis económica, especialmente durante periodos de alta inflación y aumento de tasas de interés, los usureros y otros oportunistas pueden aprovecharse de la situación. Cuando los bancos centrales aumentan las tasas de interés para frenar la inflación, el costo del crédito formal aumenta. Esto puede empujar a individuos y pequeñas empresas a buscar alternativas de crédito informal. Los usureros ofrecen préstamos a tasas de interés exorbitantes, aprovechándose de la desesperación de aquellos que no tienen acceso a crédito formal o que necesitan dinero urgentemente. En tiempos de crisis, muchas personas enfrentan restricciones de crédito en el sistema bancario formal debido a su historial crediticio o falta de garantías. La urgencia por obtener liquidez para cubrir necesidades básicas puede llevar a los ciudadanos a aceptar términos de préstamo desfavorables. La presencia de usureros y otros oportunistas en tiempos de crisis económica es un problema serio que empeora la situación de los ciudadanos más vulnerables. Es crucial que las autoridades implementen y refuercen medidas regulatorias efectivas, mejoren el acceso a crédito justo y proporcionen educación financiera para proteger a los ciudadanos y prevenir el abuso. La colaboración entre el gobierno, las instituciones financieras y las organizaciones comunitarias es esencial para crear un entorno más justo y equitativo en tiempos de crisis.

Para un ciudadano que ya vive al límite o por debajo del umbral de ingresos, afrontar la inflación puede ser extremadamente desafiante. Este ciudadano podría reducir aún más los gastos en bienes y servicios no esenciales, aunque esto puede implicar sacrificios significativos en su calidad de vida. Optará por las opciones más económicas disponibles, incluso si esto significa comprar productos de menor calidad o cambiar a marcas genéricas. Se enfocará en cubrir las necesidades básicas inmediatas, como alimentos y servicios esenciales, en lugar de planificar a largo plazo. Puede recurrir a préstamos a corto plazo, tarjetas de crédito o líneas de crédito de alto interés para cubrir gastos inmediatos, aunque esto pueda empeorar su situación financiera a largo plazo. La ansiedad y el estrés lo pueden llevar a decisiones impulsivas, como compras de pánico o venta de pertenencias personales para obtener liquidez inmediata. Puede evitar decisiones financieras complejas debido al estrés, optando por soluciones inmediatas y más fáciles de entender, incluso si no son las más beneficiosas a largo plazo. Buscará, lo más probable como opción cercana, ayuda financiera o material de familiares, amigos o vecinos, aprovechando redes sociales informales para obtener asistencia. En última instancia podría intentar solicitar ayudas sociales del gobierno o de organizaciones caritativas, como subsidios, cupones de alimentos o lo que sea.

Las políticas contra la inflación adoptadas por los bancos centrales se fundamentan en una combinación de teorías y contribuciones de autores varios. Así la teoría monetarista, y su principal impulsor Milton Friedman afirman que "La inflación es siempre y en todas partes un fenómeno monetario." Por ello es que abogan controlar la oferta de dinero. Los monetaristas sostienen que un crecimiento excesivo de la oferta de dinero conduce a la inflación. Por lo tanto, proponen políticas para controlar el crecimiento de la oferta monetaria. Dentro de sus medidas, harán que los bancos centrales utilicen herramientas como la tasa de interés de política para influir en la cantidad de dinero en circulación. Autores como David Ricardo, John Stuart Mill, Alfred Marshall, sostienen que los precios se ajustan en función de la oferta y la demanda. Pariendo de ello buscaran controlar la demanda agregada. Así estas políticas clásicas y neoclásicas a menudo implican ajustar las tasas de interés para influir en la demanda agregada. Pues un aumento en las tasas de interés reduce la demanda agregada al encarecer el costo del crédito, lo cual puede ayudar a controlar la inflación. Estas teorías proporcionan el marco conceptual para las acciones de política monetaria, que suelen centrarse en el control de la oferta de dinero y la demanda agregada a través del ajuste de las tasas de interés y otras herramientas monetarias, como ya se comentó varias veces anteriormente. Los bancos centrales modernos a menudo combinan elementos de estas teorías para diseñar políticas que sean adecuadas a las circunstancias económicas específicas.

La crítica a la elección racional del "homo económicos" ha sido objeto de debate considerable en la teoría económica. Esta aproximación simplificada asume que los individuos siempre actúan de manera completamente racional, maximizando su utilidad con información completa y perfecta. Sin embargo, la realidad del comportamiento humano y el funcionamiento de los sistemas económicos es mucho más compleja. En la práctica, los individuos rara vez tienen acceso a toda la información necesaria para tomar decisiones óptimas. Además, la información disponible puede estar sesgada o ser difícil de interpretar. La teoría de la racionalidad limitada, propuesta por Herbert Simon, reconoce que los seres humanos toman decisiones bajo condiciones de incertidumbre y con capacidades cognitivas limitadas. Esto implica que las decisiones son "satisfactorias" en lugar de "óptimas".

Las decisiones económicas están fuertemente influenciadas por factores emocionales, psicológicos y sociales. Los sesgos cognitivos, como la aversión a la pérdida y el exceso de confianza, pueden distorsionar el proceso de toma de decisiones. Las decisiones individuales no se toman en un vacío; están influenciadas por el comportamiento de otros. Los efectos de red y el comportamiento de manada pueden llevar a resultados que no se predicen bien con modelos de elección racional. Las decisiones económicas están influenciadas por normas sociales y valores culturales que varían significativamente entre diferentes sociedades y contextos.

Afrontar la inflación en una sociedad donde una pequeña élite controla la macroeconomía y una gran parte de la población vive en la pobreza requiere una combinación de políticas económicas y sociales diseñadas para estabilizar los precios mientras se promueve la equidad y el bienestar social. Se podrían ajustar las tasas de interés para controlar la oferta de dinero y reducir la inflación. Sin embargo, es crucial hacerlo de manera que no afecte negativamente a los más pobres, quienes son más vulnerables a los cambios en el costo del crédito. Implementar impuestos progresivos que aseguren que los sectores más ricos contribuyan proporcionalmente más al financiamiento del estado. Reducir la evasión y elusión fiscal para aumentar los ingresos fiscales de los sectores más ricos. Aumentar el gasto en programas sociales que beneficien directamente a los sectores más vulnerables, como subsidios a alimentos, vivienda, salud y educación. Invertir en infraestructura pública que genere empleo y mejore la productividad económica a largo plazo. Crear programas de empleo público temporales para aliviar el desempleo y proporcionar ingresos a las familias más necesitadas. Regular precio de bienes y servicios esenciales para evitar abusos por parte de monopolios y oligopolios. Implementar controles temporales de precios en sectores estratégicos para evitar subidas especulativas. Asegurar el acceso universal a servicios básicos como salud, educación y vivienda. Promover políticas de desarrollo económico que beneficien a todos los segmentos de la sociedad. Fomentar la inversión en sectores que tengan el potencial de generar empleo y mejorar los ingresos de los más pobres. Implementar políticas que promuevan una distribución más equitativa de la riqueza y los ingresos. Crear programas que faciliten el acceso a la propiedad y los activos productivos para las clases más carenciadas.

Afrontar la inflación en una sociedad desigual requiere un enfoque multifacético que combine políticas monetarias, fiscales, de mercado y sociales. Es fundamental que estas políticas se diseñen e implementen de manera coordinada para asegurar que los más pobres no sufran desproporcionadamente y que se promueva un desarrollo económico inclusivo y sostenible. La colaboración entre el gobierno, el sector privado y la sociedad civil es crucial para lograr estos objetivos.

Las políticas deben estar basadas en un entendimiento realista del comportamiento humano y no en modelos idealizados. Esto incluye el diseño de incentivos que tengan en cuenta las limitaciones cognitivas y los sesgos de comportamiento. Las políticas deben ser flexibles y adaptarse a diferentes contextos y grupos demográficos, reconociendo que no hay una solución única para todos. Promover la educación financiera y la capacitación para mejorar la toma de decisiones económicas de los individuos. Asegurar que la información relevante sea accesible y comprensible para todos, ayudando a reducir la asimetría de información.

La crítica al modelo de elección racional del "homo económico" es bien fundada y ha llevado al desarrollo de enfoques más realistas y matizados en la teoría económica. Estos enfoques consideran las limitaciones y complejidades del comportamiento humano y proporcionan una base más sólida para el análisis y la formulación de políticas económicas. Reconocer la diversidad y la riqueza del comportamiento humano es esencial para construir modelos económicos con mayor poder predictivo y relevancia práctica.



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